La caja del rompecabezas en la que viene embalado este Celta muestra una foto muy bonita, pero en el momento de la verdad, con todas las piezas del puzle dispuestas sobre la mesa, la estampa es muy diferente. Porque toda la artillería de los vigueses no consigue encajar dentro del campo y se atasca una y otra vez. En Vitoria, un partido más, solo se vieron fogonazos. Porque los celestes volvieron a demostrar en Mendizorroza todos sus problemas para dinamitar los partidos complicados y repitieron la fragilidad defensiva que les penalizó en Eibar. La visita al Alavés prolongó este domingo el calvario de los celestes lejos de Balaídos, que cayeron con merecimiento ante un adversario bien plantado y con las ideas más claras. Los goles de Lisandro Magallán y Lucas Pérez en la segunda mitad significaron otra derrota del conjunto de Escribá, que solo suma dos victorias en nueve partidos. El Celta se asoma a los puestos de descenso

De Liga

La chispa que prendió el triunfo de la pasada jornada en Balaídos contra el Athletic le duró a los gallegos media hora. Tiempo que tardó el Alavés en entender que el Celta se ahoga en su propia posesión cuando no encuentra espacios para correr. A los vigueses, una vez más, les costó un mundo hilar su juego en campo contrario. La presión de los vitorianos, ordenada pero no sofocante, hizo que los de Escribá se enredasen una y otra vez en sus pases intrascendentes. Entre tanto, el Alavés esperaba al fallo, a la segunda jugada o al balón parado. No necesitaron más para desarmar a los de Escribá. La debilidad en los últimos metros tampoco ayudó. El Celta estuvo lejos de ese equipo sólido que empató en el Wanda y en el Pizjuán. Volvió a parecerse a ese Celta de hace dos jornadas en Eibar. David Costas de lateral tras la lesión de Mallo antes del descanso, Aidoo, Sáenz y Juncá formaron una defensa inédita en el segundo tiempo. Los zagueros celestes, en colaboración con Okay, concedieron innumerables facilidades y solo la falta de acierto de los locales impidió que Rubén se llevase una goleada.

Pero todo este desastre pudo haber cambiado en los primeros treinta minutos. El Celta empezó enchufado y se sintió cómodo atacando los espacios que concedió el Alavés en el inicio del choque. Denis, Aspas y Mina se lanzaban en vertical sobre la portería de Pacheco y a punto estuvieron de conseguir abrir el marcador. El primero fue Santi Mina en una jugada que hasta a los árbitros del VAR les costó resolver. Juncà robó el balón tras una mala salida del Alavés, jugó de primeras para Rafinha y el brasileño hacia su derecha, donde entre Iago y el defensor Óscar Duarte le hicieron llegar el balón a Mina en posición adelantada. En primera instancia desde el VAR corrigieron la decisión de Munuera Montero, el colegiado sobre el césped, al entender que el último pase provenía del lateral blanquiazul, pero segundos más tarde se desdijeron a sí mismos al comprobar que finalmente fue Aspas el que asistió a Mina.

Minutos más tarde la tuvo Denis Suárez. El de Salceda cruzó la pelota demasiado desde el larteral del área. La más clara fue para Aspas, que falló lo que nunca suele hacer. Mina explotó su velocidad para ganar un pase largo y con el exterior de su bota derecha puso un pase perfecto para la carrera del moañés. Sin embargo, Aspas decidió cambiarse el balón de pierna en el mano a mano frente a Pacheco y cuando quiso rematar Magallán ya había llegado al rescate del portero del Alavés.

Al igual que la de Aspas, también se fue al limbo una oportunidad clarísima de Joselu. El exdelantero del Celta y del Dépor estrelló contra el larguero, a puerta vacía, un centro del también exceleste Luis Rioja, que se había escapado de Hugo Mallo hasta la línea de fondo. Esa fue la acción que cambió la dinámica del duelo. Se lesionó Hugo Mallo en su muslo, entró Costas, y el Alavés cerró la puerta del patio del colegio. Los de Asier Garitano juntaron las líneas y pararon el ritmo del partido a base de faltas. Hasta 11 llegaron a cometer antes de irse al descanso por solo tres del Celta. Antes de irse a los vestuarios, el árbtro corrigió su decisión después de pitar un penalti por mano inexistente de Rafinha y Santi Mina cabeceó por encima de la portería tras una de las pocas jugadas elaboradas de los vigueses.

El segundo tiempo se puso cuesta arriba muy pronto. Un balón peinado de Joselu que golpeó en el larguero fue la advertencia de los locales antes de su primer gol. Lisandro Magallán superó por alto a Okay en un saque de esquina lanzado al segundo palo y batió a Rubén, que nada pudo hacer. Era el minuto 49. El Celta tenía tiempo de sobra para reaccionar, pero también para hundirse un poco más. Escribá intentó reactivar el ataque dando entrada a Brais por Okay y más tarde a Sisto por Juncá, cambios que no fueron suficientes para evitar que el juego en estático de los vigueses siguiese siendo precedible. El Alavés, que no bajó su línea de presión alta, evitó que los atacantes del Celta recibiesen entre líneas. Al final el balón iba de central a central y de central a lateral sin que eso molestase a los vitorianos. Y cuando el Celta arriesgó, los de Garitano aprovecharon sus errores. Así llegó una nueva acción en la que Joselu perdonó por tercera vez y el gol de Lucas Pérez con el que se finiquitó el choque. El exdeportivista remachó a la red un centro de Aleix Vidal precedido de un fallo de Pione Sisto y Lobotka.

Sisto y Aspas intentaron recortar distancias en los últimos minutos, pero el chut del danés se fue a las nubes y el cabezazo de Aspas lo blocó Pacheco. Con la derrota el Celta se queda con nueve puntos en nueve partidos. Sigue sin ganar fuera de casa, suma su quinta partido sin ganar de los seis últimos y sólo la derrota abultada del Betis evita que caiga a posiciones de descenso. La próxima jornada visita la Real Sociedad visita Balaídos y al equipo de Escribá le urge la victoria.