La calidad que ha juntado el Celta en su parcela ofensiva tras la 'Operación Retorno' había disparado al principio de temporada las expectativas. La afición se frotaba las manos ante una temporada en la que el 'fútbol de salón' parecía que iba a regresar a Balaídos. Pero ese torrente de juego preciosista que se esperaba de un equipo que ha reunido a tanto talento individual de momento llega a cuentagotas. Porque este Celta de Aspas, Denis, Rafinha, Mina y Brais no es que solo tenga entre sus asignaturas pendientes el gol, también la de generar más ocasiones por partido (tras ocho jornadas los de Fran Escribá han producido una media de 2,6 tiros a puerta por encuentro).

Pero mientras el 'fútbol de salón' no llega, el Celta se aferra al juego aéreo para sobrevivir en la clasificación. Los dos últimos goles del conjunto celeste han llegado de cabeza obra de dos delanteros de 1,76 metros (Aspas) y de 1,81 metros (Mina). Un recurso para nada despreciable pero que no se presupone como la principal arma y fuente de goles de una escuadra confeccionada como la celeste.

El gol de Iago Aspas este mediodía contra el Athletic Club, con el que puso fin a 700 minutos sin marcar esta temporada, supuso la victoria para el Celta en un partido en el que nuevamente los vigueses apenas chutaron entre palos. Los bilbaínos se hicieron fuertes en el centro de su defensa y las combinaciones de los atacantes celestes solo conseguían terminar con un remate si provenían desde una banda (con la excepción de un lanzamiento de Mina en la frontal tras una gran jugada entre Denis y Rafinha). Un córner a un poco menos de veinte minutos del final, que cabeceó primero Mina en el primer palo y luego Aspas en el segundo, fue el único tanto del partido.

En la misma portería, pero dos jornadas atrás, fue Santi Mina quien en el descuento conectó un testarazo imposible para que el Celta empatase 'in extremis' contra el Espanyol. El delantero vigués salvó un punto en el último suspiro gracias a un centro desde la derecha de Hugo Mallo.