El fútbol y sus caprichos. Después de pasarse toda la segunda parte centrando de manera imprecisa, en la última jugada, minuto 94, cuando todo parecía perdido, Hugo Mallo puso un balón de oro tras ganar la línea de fondo. Se elevó poderoso Santi Mina y cruzó el balón, imposible para Diego López. Ya casi nadie creía en rescatar algo bueno de un partido que se torció en la segunda parte, tras un primer acto de clara superioridad celeste ante un Espanyol que supo sufrir.

El Celta empezó intenso, aunque algo precipitado en los metros finales. Como si los 'cuatro fantásticos' -Iago Aspas, Rafinha, Denis Suárez y Santi Mina-, juntos por primera vez en Balaídos, quisiesen deslumbrar a su público. Aún así, se vieron destellos de lo que puede ser esa asociación. Pero las ocasiones de verdad llegar de manera más primaria, en dos centros de Olaza. En la primera, el uruguayo puso una rosca endiablada en la cabeza de Mina, que marró por centímetros. En la segunda, tras varios rechaces, Rafinha enganchó un bote pronto que se fue por centímetros.

Parecía cuestión de minutos. El Espanyol apenas salía de su campo. Se sucedían los acercamientos al área, especialmente durante los últimos cinco minutos de la primera parte. Todo cambió tras el descanso. Salió más firme el Espanyol, que en el minuto 3 se encontró con el gol en su primera acción clara de peligro. Aguantó bien Calleri hasta encontrar solo a Pedraza, que fusiló a Rubén.

A partir de ahí, ejercicio de impotencia del Celta. No funcionaban ni las paredes, ni las conducciones por dentro de Rafinha y Denis. Muchas jugadas acababan en centros inermes desde las bandas. Fran Escribá movió el árbol con Brais Méndez, 'Toro' Fernández y Pione Sisto, muy desacertado, pero no pareció surtir mucho efecto. Empujaba el Celta, pero parecía que más por inercia y necesidad que por fútbol. Solo una jugada enhebrada entre Beltrán y Denis, que acabó con un remate cruzado de Iago Aspas, inquietó a los catalanes.

Ya en el descuento, tuvieron los 'pericos' una bala para finiquitar el partido. En un tres para uno clarísimo resuelto con cierta torpeza, Sergi Darder acabó rematando dentro desde dentro del área con media portería para él. Pero Rubén se hizo gigante para despejar el disparo. Si Robert Moreno vino a verlo a él, como se apunta, habrá tomado nota.

Luego llegó lo ya narrado: el desborde de Mallo, su centro y el soberbio cabezazo cruzado de Mina. No hubo tiempo para más. El Celta se queda 15º, con seis puntos, y una sensación agridulce. La versión potencial de este equipo aún pareja lejana.