El fútbol es el deporte rey de Diego Martínez, que al cerrar su etapa como juvenil del Celta, y pensando en que no llegaría lejos como lateral derecho, decidió formarse como entrenador en la Universidad de Granada. Casi dos décadas después, y tras pasar por clubes como el Arenas de Armilla, Motril, Sevilla y Osasuna, la temporada pasada recibió el encargo de entrenar al equipo nazarí, al que ascendió a Primera División.Este aficionado a la lectura ylos viajes, cuando se lo permite el fútbol, recordaba ayer su primera visita a Balaídos: "Tenía 5 años y me llevó mi padrino. Fue un Celta-Valencia, en Segunda División, en el que Baltazar marcó dos goles".

Este vecino de As Travesas, "de la zona de la calle Barcelona y Regueiro", que estudió Primaria en el Colegio Fleming y Secundaria y Bachillerato en el Santa Irene, fue un celtista comprometido. "He seguido toda la trayectoria del equipo con Txetxu Rojo, Castro Santos, Aimar, Irureta, Víctor Fernández (que nos dio a probar jamón ibérico a todos los celtistas)... Todo ese proceso lo viví y fue un cambio muy bonito. También recuerdo el camino de vuelta de la final de Copa en Madrid y decir cuándo se iba a repetir aquello y pocos años después puede ir a la final de Sevilla".

Este aficionado que se sentaba en la grada de Tribuna, primero, y después en Río Bajo, pasó nueve años como canterano en A Madroa, de alevines a juveniles. "Conocí A Madroa de los campos de tierra y llegar a casa con toda la ropa llena de barro y tu abuela tener que quitarte tres kilos de barro. Siendo cadetes, nosotros inauguramos el campo de hierba sintética, cuando solo estaba el de hierba natural de abajo, donde entrenaba el primer equipo".

Sobre su futuro, no se plantea más allá de lo inmediato: "Estoy muy feliz en Granada, pero quién sabe qué nos deparará el futuro. Eso nadie lo sabe y yo no invierto mucho tiempo en pensar dónde vamos a estar".