Pione Sisto se queda. Lo hace por voluntad propia, contra la intención del club y a sabiendas de que difícilmente dispondrá de minutos. La directiva celeste ha intentado buscarle acomodo casi desde el principio de verano, conforme iba cuajando una Operación Retorno que le dejaba sin sitio. No han faltado ofertas, muchas de ellas suculentas para el club y para el propio jugador. Las ha rechazado todas. La última reunión para intentar que cambiase de postura se produjo a apenas un par de horas para el cierre de mercado. Pione ha querido quedarse. Y a diferencia de lo que sucede con Beauvue, que estará condenado a la grada como Radoja, Escribá sí podrá emplear al danés como lo considere adecuado.

"Creo que me quedaré", le comentó Pione a un conocido a comienzos de verano. Aquello que era solo una creencia, según esa frase, se ha convertido en certeza por su deseo. El Aston Villa estaba dispuesto a llevarlo de gira por Birmingham para que aceptase su propuesta, que era además de diez millones para el Celta. El Tigres de México puso sobre la mesa un contrato de muchos años y mucho dinero. El Saint Etienne se interesó, igual que el Torino. A todos los fue rechazando Pione, que propuso alguna alternativa al Celta, básicamente en Dinamarca, pero sin que cuadrasen los números. Mientras, el jugador iba dejando mensajes misteriosos en sus redes sociales. En Pione no preocupa la calidad, que demostró sobradamente en sus dos primeras temporadas, ni el carácter. Es un chico sonriente, amable, feliz en el trabajo, nada conflictivo. Pero atraviesa una crisis personal que le ha conducido a ciertas actitudes excéntricas, como el famoso reto de alimentarse solo de fruta durante 21 días que acabó con su desfallecimiento.

Ahora ya no solo que necesita recuperar la estabilidad privada para que su fútbol vuelva a lucir. Las llegadas de Denis Suárez, Rafinha e incluso Santi Mina (todos pueden jugar por la banda izquierda, que ha sido la ubicación más frecuente de Pione en el Celta) le ciegan el acceso a la titularidad. Escribá, que lo utilizó 15 minutos ante el Real Madrid, esgrimía razones deportivas en la rueda de prensa anterior a la visita al Sevilla, minutos antes de que se supiese que lo había dejado fuera de la lista por segunda vez consecutiva. "Pione, como todos, tiene que hacer lo que están haciendo: entrenar a tope y esperar su momento. Las opciones de él como las de cualquiera están en hacer lo que dice el entrenador y a partir de ahí tendrá sus opciones", indicaba el técnico. "Lo primero que tiene que hacer un jugador es también un análisis de lo que requiere el equipo. Yo siempre les digo a ellos que hay que anteponer cualquier interés individual en función del colectivo. Y eso es lo que tienen que entender. No es Pione, son todos. El jugador que haga eso tiene muchas más opciones de estar dentro que fuera".

"Ya no es este año, es cierto que su rendimiento bajó con respecto al Pione que vino. A todos, cuando éramos rivales en aquel momento, nos pareció un jugador del máximo nivel. Pero es cierto que su rendimiento no está siendo el de las primeras temporadas. Ahora ya no es su rendimiento, sino que hay compañeros del mismo nivel que están rindiendo muy bien. Tienes dos opciones: o esperar que algún de ellos baje el nivel, que esperemos que no, o subir el propio", añadía Escribá, que aclaraba: "La actitud del jugador es buena. No se pierde un entrenamiento. Completa muy bien las sesiones. El trabajo que hace es bueno. Es más una decisión como entrenador el que el jugador quede fuera. Afortunadamente no tengo necesidad de tomar una decisión a nivel disciplinario con él o con nadie, porque no se da. Pione entrena bien, como cualquiera de sus compañeros. Es una decisión mía porque creo que hay jugadores que están mejor".

Si en eso momento quizás pesó también que a la directiva le interesaba esa exclusión para presionar al jugador, como mejor prueba de la poca importancia que tendrá en el equipo, la situación está clara una vez que se ha cerrado el mercado: Pione Sisto es un jugador más de la plantilla. Fran Escribá no tiene ninguna consigna respecto a su uso, que decidirá con total libertad. No habrá castigo, aunque su negativa a marchar, con la plantilla ya presionando el tope salarial, ha obligado a una delicada ingeniería financiera para encajar la ficha de Rafinha. Aunque el recorrido de la grada a la titularidad, e incluso hacia un papel activo aunque fuese segundario, se antoja largo, queda en manos de Pione intentarlo. No sucede así con Beauvue, cuya rescisión de contrato (le quedan dos temporadas, como a Pione) se seguirá intentando en los próximos días.