Con la paz de abril de 1939, mientras España se iba normalizando, poco a poco, y se dejaban notar las consecuencias acarreadas por aquella insensata guerra civil, cuya postguerra impuso muchas limitaciones, eran muchas las necesidades y grandes las dificultades que tenía el país que vencer para su desenvolvimiento normal. Eran tiempos donde uno no conseguía recordar otras voces, otros sonidos. Un tiempo donde solo el silencio dejaba oír su voz, para recordar a los que cayeron en tan insensata contienda. Nombres que no se podían escuchar sin que uno se emocionase, nombres que para las nuevas generaciones solo serán eso: ¡nombres!. Pero para la generación que los conocieron y vivieron tanta insensatez, cada nombre les evocará un rostro. Desde aquel silencio, aquel prolongado y aturdido silencio, aquel terrible silencio, cuyo eco aún nos llega hoy con un sonido alterado y manipulado, el Real Club Celta fue para muchos de nosotros la primera alegría, nuestro verdadero consuelo. Pero ya no existe aquel silencio en el que todos nos hemos refugiado, para encontrar ése consuelo. Por eso quiero volver a recordarlo, por lo que supuso de consuelo a la miseria y al hambre padecida. Quiero añorarlo, recordando lo que supuso de ilusión y consuelo, para sobrevivir a tanta miseria. Por eso me envuelvo otra vez en aquel silencio, ya que nada consigo recordar sin recordar aquel silencio, hoy tan lejano y fuerte. Oscuro como las noches sin dormir, como el hambre o tantas cosas que callar, aún hoy, para no desvirtuar más los hechos que acuden a mi destrozada memoria.

Quiero recordarlo porque era para nosotros una de las grandes ilusiones para sobrevivir, el alma con la que uno se enfrenta a la historia, a la soledad, en la que nos hacía soñar con el esfuerzo de vivir. Por eso quiero recordar su historia, que es parte importante de mi vida misma, pues sé que no están otros muchos que, como yo, han escrito esa historia con sus propias vidas. Como tampoco yo estaré algún día en el que no tendré un recuerdo ya que, al igual que los otros, no les interesaré a las generaciones futuras del celtismo. Las que incluso se extrañarán de que hayamos existido, pero que tienen que saber que no hemos dejado de sentir, ni un solo día, la gloria de haber defendido los colores celestes con la cruz de Santiago:¡QUE YA NADIE NOS PUEDE QUITAR!, porque somos los dueños absolutos de nuestros recuerdos.

El club vigués no permaneció inactivo durante toda la Guerra Civil, ya que mediante la organización de trofeos "amateurs", y otras competiciones, fue preparando el camino para reemprender, en la gloria conseguida, su trayectoria como equipo de Primera División. Fue en el mes de mayo de 1939 cuando, la guerra aún estaba presente en la mente de todos, se empezó a reconstruir un nuevo Celta, con el intento de recuperar a todos los socios y aficionados. Así que, como primera medida, se convocó una asamblea general que se celebró en los salones de "Faro de Vigo", el 29 de agosto de 1939, a la que Enrique, que se había tomado una semana de vacaciones, también asistió a ella. Con un movimiento importante de celtistas, que llenaron los salones de "Faro de Vigo", se les hizo saber que el club había quedado solamente con 203 socios de los 1.200 que tenía antes del Alzamiento Nacional. Lo que no amedrantó a la junta directiva presidida por Pedro Brañas Merino, que con gran sacrificio y un heroico comportamiento siguió manteniendo vivo al Real Club Celta, en medio de tantos avatares y dramáticos momentos que se vivían en España. Se le rechaza su dimisión y toda la sala rompe en una clamorosa y larga ovación. Haciéndose constar en acta el homenaje de gratitud a los 203 socios, que continuaron abonando su cuota durante toda la guerra, con lo cual evitaron que desapareciera el Real Club Celta, para los que también hubo una larga y prolongada ovación. De la que Enrique no pudo disfrutar interiormente, ya que él no era ninguno de aquellos socios, pues su padre le dejó de pagar el recibo mientras duró la contienda. Ya que todos estaban creídos que mientras durase la guerra se le dispensaba de pago a los combatientes, a los que incluso les conservarían su antigüedad como socios. Enrique, con gran pesar y amargura, veía ahora que esto no era así. Ratificados en sus cargos presidente y directivos, a los pocos días de esta asamblea el club ya contaba con más de mil socios, entre los que se encontraba Enrique. El cual, aprovechando el tiempo elegido como vacaciones, hacía teatro y tuvo más de una proposición para ingresar en una de las compañías de profesionales, que actuaban en el Teatro García Barbón, del cual su padre era el encargado de la iluminación.

No pudo ingresar en ninguna de ellas, porque su padre se opuso por necesitarlo, con él, al frente del negocio. Y después de seis meses de concluida la guerra, en el mes de septiembre, decide casarse con la bonita joven de la que se había enamorado antes de marchar para el frente. Mientras en el pequeño y bonito pueblo de la Ría de Arosa, el hijo mayor del panadero Padrón había regresado de la guerra, en la que había luchado en el "Almirante Cervera". Ahora ayudaba a su padre en la panadería, al mismo tiempo que su hermano pequeño, que había heredado los programas de mano de cine que Pepe coleccionaba y guardaba con todo el mimo en un arcón de madera y en una caja de corredera, los miraba una y mil veces con una fuerza de atracción por el cine, que no solo le hacía "achicar" el agua del mar que subía por el patio de butacas, repartir los programas de mano, e incluso ir educándose viendo en las películas lo que era bueno, y lo que no lo era, antes de ir a la escuela.

El 7 de mayo, el Celta se enfrenta en Balaidos al equipo del acorazado Deutschland", ante el cual sale derrotado por 2-3 (después de enfrentarse en Balaídos contra la tripulación del acorazado alemán "Schleswig-Holstein", que unos meses más tarde realizaría los primeros disparos de la II Guerra Mundial). Prueba que no gustó a la afición celtista, ilusionada como estaba por ver al nuevo equipo que había alcanzado la gloria, por fin, de jugar en Primera División. Como tampoco gustó la prueba realizada contra el Alavés, que batió a los vigueses,(4-5) en un encuentro con el estadio casi lleno de público. Consiguiendo, nada menos, los cuatro goles el "resucitado" Nolete, de vuelta, para regocijo de Enrique, de la insensata contienda. Este segundo fracaso dejó un amargo sabor de boca en los aficionados, por las perspectivas tan poco halagüeñas que se esperaban, dados estos resultados. Que se aumentaron negativamente con el "Torneo de los cuatro", organizado con ocasión de las fiestas del Apóstol y en el que participaron: Deportivo de La Coruña, Racing de Ferrol, Alavés y Celta, al perder, el cuadro vigués, ante el Deportivo por 7-1.

El Celta, después de la guerra, toma parte, sin grandes ilusiones, en el Campeonato Gallego. Lo hace más por el deseo de ir perfilando al equipo, para jugar en la gloria de la Primera División, que por otro deseo de victoria. Este campeonato comienza el 24 de septiembre de 1939, en un ambiente frío y con poco interés para los aficionados. Participan Eiriña de Pontevedra, que vence 1-0) al Celta en Pasarón en el primer partido, Celta, Coruña, Racing de Ferrol, Barreiro de Vigo y Deportivo de La Coruña. El Deportivo se proclamó campeón gallego y el Celta en segundo lugar, ya que el jugar este campeonato fue con el propósito de buscar refuerzos con los que afrontar con éxito la Primera División de Liga. Obteniendo el fichaje de un defensa catalán, Monserrat, que procedía del Júpiter de Barcelona, y se hallaba en Vigo cumpliendo el servicio militar. También se logró el traspaso de los pontevedreses Cons, Pirelo y O'Donell, al igual que continuaba con Ricardo Comesaña como entrenador, que era un preparador físico de aquel entonces, más que un entrenador de fútbol, lo que alternaba con su profesión de sastre. El Celta también intenta, infructuosamente, hacerse con los servicios del joven jugador del Deportivo de La Coruña, Guimerains, salido de la cantera viguesa. Pero quien ingresó en sus filas fue un joven vigués de 17 años llamado Sansón.

El campeonato de Liga en Primera División, el Celta lo empieza el 3 de diciembre de 1939, correspondiéndole jugar su primer partido en Zaragoza contra el titular, ascendido también a primera junto con el cuadro vigués. Pero el choque emocionante fue el segundo jugado en Balaídos contra el Barcelona, en el que ambos equipos se emplearon con tremenda dureza, y tanto Márquez como Nogues, bajo los palos, libraron a sus equipos de una fuerte goleada. Después de este partido toma el mando como entrenador del equipo Ricardo Comesaña, que ya se desplaza con el equipo a Alicante donde se enfrenta al Hércules, que vence al Celta por 6-1. El día 6 de enero, con el campeonato en pleno desarrollo, el presidente señor Brañas declara que el "goalkeeper" húngaro Alberty había firmado por el club, el cual ya defendería la portería céltica desde este momento del comienzo liguero. Y mientras el Celta luchaba por conseguir la permanencia en Primera, la directiva consigue que el alcalde Estanislao Durán Gómez otorgue al Celta una subvención de diez mil pesetas, para fortalecer las arcas del club. Igualmente que consigue incorporar al equipo al medio centro canario Antonio Fuentes Fajardo, por el cual el Celta tuvo que pagar al Racing de Santander 30.000 pesetas. Jugador éste que también sería una de las grandes leyendas del Celta.

La Liga, compuesta por trece equipos, la gana el Atlético Aviación, seguido del Sevilla, Athletic Bilbao, Real Madrid, Español, Hércules, Zaragoza, Valencia, Barcelona, Celta, Betis, Santander y Cataluña. El Celta, al clasificarse en décimo lugar, ha de promocionar con el Deportivo de La Coruña, que pretende también su ascenso a Primera División. Ya en mayo de 1939, el Celta consigue contratar a otro jugador canario, el extremo izquierda Roig, que será también considerado otra de las grandes leyendas célticas, por su juego y por ser el primer jugador en España, que marcaba gol directo de córner.

Aunque la Guerra Civil había terminado un poco más de un año, en Galicia, como en toda España, se vivía una postguerra, endurecida aun más por una Guerra Mundial. Lo que llevaba consigo mucha hambre, mezclada con la miseria azotada por la tuberculosis. A esto no solo se le tenía que añadir que los dirigentes anteriores a la guerra habían dejado sin recurso alguno a los españoles para seguir subsistiendo, sino la incertidumbre de que España pudiese participar en aquella guerra, continuación de aquella otra de "Paz sin victoria", y que había empezado el primer día de septiembre de 1939. El mismo mes en que había dado comienzo aquel campeonato, que ahora finalizaba. Pero ante el acontecimiento futbolístico, que se iba a celebrar en Madrid, nada de esto tenía importancia. Como no la tenía la fecha de aquel 15 de mayo de 1940, en la que se iba jugar tan trascendental partido, en que lo ejércitos alemanes iban a desarrollar la primera fase de la batalla de Francia. Ya que lo único importante para los gallegos era encontrar, en todas las ciudades, pueblos y aldeas de Galicia, uno de los escasísimos aparatos de radio con los que poder escuchar tan memorable acontecimiento deportivo.

El partido de promoción que enfrentaba a los dos grandes rivales gallegos, Celta y Deportivo, se juega aquel 15 de mayo de 1940, en el campo madrileño de Chamartín, en un ambiente y entusiasmo inenarrables. Que los seguidores de ambos equipos vivieron intensamente, pegados a los aparatos de radio que retransmitían las incidencias de la memorable jornada. El primer tiempo, de juego movido y equilibrado, finalizó con empate a cero goles. En la continuación ambos conjuntos forzaron su juego de ataque, en busca de un resquicio por donde batir la puerta del rival. Y es Nolete, en el último minuto de juego, el que encuentra este resquicio para conseguir el gol, que resolvería la contienda a favor de los azules, y cerraba el paso a los deportivistas para alcanzar la División de Honor. Al recoger Toro un fallo del defensa deportivista Novo, y plantarse a poco metros de Acuña, al que todos esperan batir. Pero viendo mejor colocado a su compañero Nolete, le cede el balón con un pase retrasado, que Nolete con un disparo seco y muy potente, a ras del suelo, bate al meta deportivista. El gol es recogido por los vigueses con una explosión de alegría imaginable y con verdadera desesperación por los coruñeses.

Con la permanencia en Primera asegurada el Celta elimina de la "Copa del Generalísimo" al Sportiva Ovetense, ante el cual Roig demostró su gran clase, para luego caer eliminado de la copa por el Español de Barcelona, en un partido muy bronco y duro, en el que se produjeron las bajas de Alberty, Cons, Alvarito, Piñeiro y Toro. Por lo que el Celta tuvo que enviar a "Casa Rabia" un equipo de circunstancias, dado que los lesionados no pudieron recuperarse para la eliminatoria de vuelta.