El Celta alcanza el parón satisfecho con sus puntos, considerando los rivales, y confuso en sus sensaciones. Mediocre ante el Real Madrid, brillante ante el Valencia, ayer se le volteó la personalidad. Se defendió con consistencia, aunque De Jong ayuda mucho a esa lectura positiva, y estuvo desaparecido en ataque. Quedan dos días para completar la plantilla en el mercado y dos semanas para que Escribá mastique y degluta una mejor versión. Diseñar un plan B, cuando el rival te neutraliza el principal, es su reto y su examen.

desde la nada

La ciencia nos enseña que nada surge de la nada. La materia ni se crea ni se destruye. No existe la generación espontánea. Solo el Bing Bang creó el universo desde el vacío, suponemos, y ahora el Celta lo imita. El primer disparo, de Mina, en realidad nonato, abortado en su inicio, se produjo en el minuto 68. El segundo supuso el empate. El Sevilla realizó 19 remates.

alegato e indulto

El Sevilla marcó cuando más cómodo estaba el Celta, que bordeó el coma en el inicio, en su relación con el balón. Los locales rozaron el 94% de posesión en los primeros veinte minutos. Ametrallaron a Rubén. Un escenario que la pasada temporada hubiese significado la derrota. El Celta defiende más apretado, con mejor disposición y orden. Rubén se comporta con madurez. Aidoo se agiganta en el corte por agilidad y lectura. Argumentos positivos en el alegato. Pero el definitivo fue el indulto sevillano.

el gran problema

Lopetegui vio sobre la cancha el partido que había dibujado en su cabeza, obligando a la basculación del Celta para luego abrir la costura por la banda contraria, mediante diagonales a Reguilón y Navas. Su presion asfixió mientras se tuvieron energías. Escribá sigue sin resolver el gran problema: ¿cómo recuperar el balón ante un rival que, a diferencia del Valencia, te lo niega? Aspas ya no presiona como hace años. En Brais y Denis existe más voluntad que capacidad. El repliegue intenso, después de una presión adelantada apenas amagada, tapa grietas pero también incrementa los recorridos.

disposición contemplativa

"Tenemos que mirar hacia la portería contraria", había exigido Escribá en la jornada previa. Pero sus jugadores se quedaron exclusivamente con el verbo. Mirar es la acción, pasiva, que define el comportamiento céltico. El equipo pareció en ocasiones estar practicando un ejercicio posicional más que compitiendo en un partido: obsesionados por conservar el sitio, sin entrar al rival, batidos en todos los balones divididos, pasmados como por un golpe de calor.

temple en la resolución

Hay que reconocerle a los célticos cierto temple para igualar más el juego en la segunda mitad y evitar el histerismo tras el tanto del Mudo Vázquez. Se gestionó bien el final del encuentro, lastrado por las bajas de Araújo y Olaza, en inferioridad numérica. La capacidad de rebañar puntos como el de ayer resulta fundamental en estos momentos de la competición en que se generan dinámicas.

el gol de los sueños

Aunque no fuese el encuentro más brillante, deja una imagen que alimenta la ilusión del celtismo: Mina asistiendo a Denis. Un gol que la afición lleva una década anhelando, un gol que en algún momento pareció imposible, el gol que permite clausurar definitivamente aquellos tiempos de hambre en los que el club no podía permitirse soñar. Porque el Celta no vendió al Denis que era, sino al que podía llegar a ser. Y ha recuperado al que todavía puede ser todo aquello que su extraordinaria calidad promete.

matar a aspas

Muchos aficionados confiaban en que su exclusión de la selección espolease a Aspas. Pareció deprimirlo. No será ni lo uno ni lo otro. Aspas tiene derecho a firmar malos partidos -el de ayer figura entre los peores-. Sus minutos de calidad deberían ir menguando en las temporadas venideras, por dictado biológico. El consuelo, que ha de liberarlo de presión y permitirle mayor dosificación, es que el equipo fue capaz de puntuar sin él en el Pizjuán cuando en la pasada Liga, sin él, el Celta hubiera descendido. Para crecer, el equipo tiene que matar a Aspas como se ha de matar al padre, asumiendo en la metáfora que no siempre estará allí para protegerlo.