Balaídos ha renovado la ilusión en un equipo que el curso pasado le llevó al borde del infarto. La incorporación de nuevos canteranos a la plantilla de Escribá ha llenado de optimismo al celtismo, que el primer gran aplauso de la tarde de ayer se lo dedicó a los suplentes celestes que abrieron el paso a los titulares. El arranque de la "operación retorno" tuvo un ambiente de fiesta, como casi siempre ocurre cuando uno de los grandes del planeta fútbol visita Vigo. Aunque las entradas se agotaron a principios de semana, el estadio vigués no se llenó (23.566 espectadores, según el club). El comienzo de la temporada, el más madrugador en la historia del club, sorprendió a muchos socios en la playa, de viaje o en las múltiples romerías que estos días se celebran por toda Galicia. En un día más primaveral que veraniego, el coliseo vigués vivió otra de sus jornadas históricas, porque un joven de 18 años se convirtió en el primer céltico nacido en el siglo XXI que debutaba en la máxima categoría y que marcaba un gol en partido oficial. Iker Losada, al que acabó coreando el estadio, venía de anotar otro en la pretemporada en Berlín y ayer aprovechó los seis minutos que le concedió Escribá o Generelo, el sustituto del técnico ayer por sanción del primero.

El estadio de la ribera del Lagares -ese río oculto que discurre por un canal subterráneo y que impide, según el Concello, la construcción de una nueva grada de Río-, presentaba un magnífico aspecto ayer, con Río Bajo reabierta de nuevo para que los socios estrenasen las nuevas butacas, las que levantaron tanta polémica por las estrecheces entre filas en algunas zonas de la gradería donde se sitúa el colectivo más ruidoso del estadio.

Aunque ayer, el exceso de decibelios lo puso la megafonía, la que en el descanso elevó al máximo el volumen para que un vendedor de publicidad de una compañía de telefonía anunciase su producto desde el centro del campo. Sus mensajes llegaron a molestar a los asistentes, aunque no tanto como la actuación del catalán Estrada Fernández, que tras el gol de Benzema se ganó las iras del celtismo por dejar sin sanción una falta de Casemiro al 'Toro' Fernández que generó el ataque madridista finalizado con el primer tanto de un partido que se torció más para los locales cuando el colegiado, a través del VAR, anuló el tanto de Brais Méndez que Balaídos celebró por todo lo alto. Dos polémicas decisiones que dejaban el partido encarrilado para los blancos antes del descanso. Pero el celtismo no perdía la esperanza en que su equipo pudiese darle la vuelta al marcador. Esperaba que en algún momento pudiese producirse una conexión sideral entre Denis, Brais y Iago para derrumbar al coloso Courtois, que apareció para neutralizar el remate de cabeza de Araújo cuando en la grada ya se cantaba gol.

La alegría al celtismo se la devolvió otro canterano, Iker Losada, cuando en el descuento recogió un pase de Pape Cheikh y remató cruzado para salvar la estirada de Courtois. El celtismo se marchó molesto con el resultado pero ilusionado con su equipo. Querer y no poder.