Cuenta Juan Carlos Andrés, cuyos primeros trabajos como entrenador fueron en la cantera céltica, que un concepto le llamó la atención cuando llegó a San Sebastián como ayudante de Eusebio. "En la Real Sociedad utilizan muchísimo el término de la provincia, los 'jugadores de la provincia'. Nosotros estamos acostumbrados a hablar de los gallegos". Cuentan razones históricas, de fueros e identidades. "Pero también tiene un porqué futbolístico". El mismo que ahora apuntala con fuerza al Celta.

"Un chico de Ribadeo es gallego y está a casi 300 kilómetros. Es imposible que pueda ser jugador del Celta con 12 años, si no es rompiendo su espacio familiar. No es que inhabilite, pero su proceso para ser jugador del Celta tiene que ser distinto que el de un niño de Marín", ejemplifica el entrenador vigués. "Con 9, 10, 11 años, por su distancia geográfica, los niños de la provincia están en disposición de venir y ser jugadores del Celta desde muy pequeños. Es un concepto de cantera que no excluye lo demás. Son como círculos concéntricos, que se van añadiendo. Pero es esa primera base, que es lo que son Iago, Hugo, Kevin, Brais? Son ese primer extracto, que luego va creciendo. Cada uno tiene su proceso. Un chico de Santiago puede llegar con 14, 15 años. Los que llegan con 10 años y con 22 aún están en el club deben residir en una distancia menor".

Andrés insiste en que el celtismo no tiene límites ni la cantera, pasaportes. "Luego vendrán jugadores de más lejos. Pero esos niños que han sido capaces de pasar todas las etapas tienen mucho mérito. Es muy difícil. Por eso la fortaleza de todo es todavía mucho mayor; por eso todo esto se sustenta tan fuerte", indica respecto al actual proyecto celeste.

El Celta presume de su vivero. "Un equipo da terra. Un conxunto de loita, paixón e afouteza. Galegas e galegos, hoxe é un día fermoso. Feliz Día de Galicia", felicitan desde las redes sociales con una imagen de los diez canteranos que pertecen al primer equipo. Mos, Nigrán, Salceda, Chapela, Cangas, Moaña, Vigo... En sus hogares responden a ese perfil que Andrés esgrime. Casi todos comenzaron muy pequeños en A Madroa, aunque de ida y vuelta en algunos casos. El catoirano Sergio es el más alejado y efectivamente se incorporó en juveniles.

Mallo, que fue ese niño de Marín, proclama: "Tanto gallego, tanta gente formada en la cantera? Tenemos por delante un año ilusionante, en el que creo que lo vamos a pasar bien. Este tipo de fichajes ayudan aún más si cabe a estar unidos. Conocemos a los dos (Denis y Mina). Es una alegría inmensa poder estar con ellos de nuevo en el equipo". Como capitán, celebra la política de la directiva: "Se ha dado un golpe encima de la mesa por parte del club, ha sido complicado poder traer a estos dos jugadores. Cuando yo subí éramos muchos canteranos, se formó un grupo fantástico y eso se refleja después en los resultados".