En los primeros días de agosto de 1932,Manuel Copena Araújo, "Nolete", deja al Eiriña de Pontevedra para fichar por el Celta. Natural del Val Miñor y con la carrera de magisterio, el profesor Nolete se convertiría en un verdadero ídolo para la afición celtista de este entonces. Sería uno de esos jugadores que todo club considera el prototipo genuino de su espíritu. Pues Nolete no solo representó el espíritu del Celta, sino el orgullo de nuestra raza. Siempre lucía un pañuelo blanco anudado a la cabeza, caracterizándose como un atacante noble frente a las defensas contrarias, pese a su gran envergadura física.

La temporada oficial da comienzo el 18 de septiembre de 1932, jugando el Celta en Balaídos contra el Orense, al que derrota por 3-1. En este primer partido de temporada debutó como jugador el también entrenador del Celta José María Peña. La segunda victoria del Celta en el Campeonato Gallego se produjo a costa del Eiriña por 2-1, con un penalti en el último minuto. Luego, también en Balaídos, vence al Racing de Ferrol (2-1). Paredes ocupó el puesto de Peña. El partido Unión Sporting-Celta, por acuerdo de ambos equipos, se juega también en Balaídos y es el Celta el que lo gana (0-2). El encuentro de la máxima rivalidad regional, Celta-Deportivo, se juega el 16 de octubre de 1932, terminando con un empate (3-3). El Celta termina invicto la primera vuelta. En la segunda vuelta sale derrotado (4-1) en Ourense, le gana al Eiriña (0-2) en Pontevedra y pierde nuevamente en la ciudad partamental frente al Racing de Ferrol (1-0), gol marcado por Lelé, tras un partido cargado de violencias. El Celta vuelve a salir derrotado (2-3) esta vez en Balaídos frente al Unión Sporting de Lavadores y vuelve a perder en A Coruña (2-0) frente al Deportivo. Con este resultado y por haber perdido el Racing de Ferrol en Ourense, se clasifica campeón gallego el Deportivo, subcampeón el Racing de Ferrol, y en tercer lugar el Celta. Los tres equipos tomarán parte en la Copa de España.

Con el mal sabor del tercer puesto conseguido en el Campeonato Gallego, eran muy pocos los aficionados que depositaban sus esperanzas en el Real Club Celta para que se pudiera mantener en Segunda División. Entre los optimistas se encontraba el joven Enrique Macías, que seguía con sus aficiones teatrales, al mismo tiempo que ayudaba a su padre en el negocio. Pero el resultado del 4-2 conseguido en el primer partido jugado en Balaídos contra el siempre potente Real Unión de Irún hizo renacer de nuevo las esperanzas en la no muy convencida afición celtista. Esperanzas que se volvieron a esfumar cuando los jugadores celestes se vieron superados por el Osasuna en Pamplona, también por un 4-2. El Celta parece convencer a su hinchada de nuevo en Balaídos, al derrotar al Castellón por un rotundo 4-1. Luego vuelve a conocer la derrota frente al Oviedo en tierras del Principado, esta vez por la mínima (2-1). Seguirá fuerte en casa, al derrotar ampliamente (4-1) al Sevilla. Acto seguido entra en una cadena de derrotas que llevan de nuevo el desánimo al aficionado, al salir derrotado en Madrid ante el Atlético por 2-0, en Balaídos ante el Gijón por 3-4 y ante el Deportivo en Riazor, nada menos que por 7-2. Resultados que el Celta maquilla con una victoria por 1-2 frente al Murcia.

La segunda vuelta de Segunda División la comienza con una nueva derrota frente al Real Unión de Irún (3-0) en la ciudad vasca. Derrota en Balaídos al Osasuna por 3-0, suspendiéndose el partido contra el Castellón que tenía que jugar en la ciudad levantina, volviendo a conseguir el triunfo en Balaídos ante el Oviedo por 2-1. Empata en la ciudad de La Giralda (1-1) ante el Sevilla, saliendo derrotado de Balaídos por 2-3 frente al Atlético de Madrid. Vuelve a perder en Asturias por 3-1 contra el Gijón, para alzarse con el triunfo en Balaídos contra su más directo rival, el Deportivo, con un rotundo 4-1. Se cerrará esta campaña con una derrota (1-2) ante el Murcia. A pesar de su irregularidad, el Celta logra mantener su puesto en Segunda División al clasificarse en séptimo lugar, de los diez equipos que componían la categoría, con 15 puntos.

Antes de jugarse el Campeonato de España, para el cual estaba clasificado el Celta, se juega un partido internacional en Balaídos entre la selección española y Portugal, cuya organización corrió a cargo del Celta. Una vez celebrado el partido internacional, el día 9 de abril de 1933 da comienzo el torneo de la Copa de España en el que se tuvo que enfrentar al Zaragoza en su primera eliminatoria, jugando el primer partido en la ciudad del Pilar. El empate (1-1) conseguido frente al Zaragoza anima e ilusiona, nuevamente, a la afición viguesa de cara a seguir adelante con la eliminatoria. Balaídos registra una entrada de gala, pero la ilusión que había despertado en toda la afición el empate de Zaragoza se vio truncada por la derrota por 2-3.

Para cubrir el resto de la temporada hasta las vacaciones, como siempre hacía, el Celta programa una serie de partidos amistosos. Durante este tiempo los aficionados vigueses temen por el futuro de su club, el cual no encuentra una decidida colaboración en la ciudad para que cuajara en ese gran equipo que pudiera dar el salto definitivo a la Primera División de la Liga Española de Fútbol. Por este motivo el 27 de abril de 1933 se convoca una asamblea, en la cual se acordó formar una comisión integrada por expresidentes para que se encargara de gestionar ante los organismos oficiales locales, así como ante las empresas y particulares, una cooperación decidida al objeto de hacer resurgir el potente equipo que prestigiase a la ciudad y a Galicia.

Pero las gestiones realizadas por esta comisión no dieron mucho resultado al quedar todo en promesas, y la mayoría de ellas quedaron incumplidas. Esta inquietud fue motivo de un nuevo cambio de presidente. Se hizo cargo del club Indalecio Vázquez, que completó su junta directiva con Manuel Abal, Antonio Bandeira, Amadeo G. Lombardero, Ramón Gil Sequeiros, Alfonso Mera, Ernesto Salgado y Teodoro Cruces. La junta directiva queda nombrada, en una asamblea general, el día 8 de julio de 1933, justo el mismo día en que fallece el delantero céltico Cameselle, motivo por el cual los asambleístas guardaron un minuto de silencio. Antes de dar por finalizada la temporada, el Celta enrola en sus filas al guardameta Bermúdez, procedente de Cangas, y a Gonzalito y Pirelo, ambos de Pontevedra.