Ya lo dijo alguien más importante y mucho más sabio que yo; por lo tanto, Rubén Blanco, si quieres seguir soñando, adelante. Las dulces y melosas palabras que cantarán en tus oídos, no exentas del personal egoísmo de quién te las dice, te llevarán, en sueños, a ser el nuevo Yashin de todos los porteros del mundo. Las mías, exentas ya de todo egoísmo, envidias y rencores que puedas encontrar por el sendero de la vida, solo te llevarán, mejor dicho, te impulsarán a querer ser un magnífico portero distinto a todos los que hay y yo veo en el fútbol de hoy. Mi camino ya está recorrido y acabado. En el tuyo aún comienza el principio de tus caminatas llenas de sueños, pero totalmente falto de realidades de saber lo que podrás encontrar, detrás de esa montaña que oteas en el horizonte.

Te dije, y al parecer sigues sin creerme, que para ser un Yashin tenías que haber nacido con unas condiciones personales como las del ruso y que tú no tienes ni tendrás. Incluso no podrás igualarlo con tu envergadura, como nunca, jamás, sabrás manejar las manos como él solo sabía emplear. Sin nada que fuera espectacular, solo con una sencillez que encandilaba ver cómo detenía un balón, ¡ojo!, no como lo paraba. Eso es otra cosa, pues el ruso nunca o casi nunca se quedaba con un balón, jugase o no con manoplas, los detenía abriendo simplemente sus manazas, dejando caer a sus pies el balón que, como si estuviese hipnotizado, se dejaba coger mansamente por el ruso. Era tan fácil para él como jugar para Iniesta.

Luego tú nunca tendrás esas piernas largas, zancudas, parsimoniosas, que tenía el soviético, pero que manejaba tan rápidas como Fred Astaire, las suyas, bailando claqué. Como ni tú ni muy pocos porteros tendrán jamás los reflejos, tan medidos y calculados para el esfuerzo final de la jugada, con el frio cálculo que tenía el bueno de Yashin. Detenía el verdadero peligro que manaba de la jugada, mientras al peligro fuera de su control, por la rapidez del remate o de la acción, lo dejaba seguir con todas sus consecuencias, que muy pocas veces tenían su premio del gol. El grandísimo remate de Marcelino es testimonio de ello. Luego, con esas zancudas piernas y su gran envergadura, cubría los espacios de penetración a la portería con calculada maestría, que hacía casi imposible el ser batido en salida y cara a cara con el delantero. Además sabía manejarlas a la perfección en el pase profundo, como si de un tiralíneas se tratase, para el buen control del delantero, y llevar a cabo el contraataque. Todo esto e incluso algo más, que me queda en el tintero, ¿ven los que te enseñan que tú lo tienes?

Hay que ser iluso para creerlo, sobre todo después de ver tu actuación en el "Wanda Metropolitano", la cual solo consistió, prácticamente, en desplazar balones desde el área cara el contraataque. Tú lo hacías siempre de forma reposada y tardía, incluso retrasando tú posición inicial, buscando al compañero, lo que no solo retrasaba el contragolpe, sino que lo enfriaba y le daba tiempo, más que suficiente, a reorganizarse al contrario para defenderse del contraataque.

¿Quieres saber cómo lo hacía Yashin?. Totalmente diferente. Primero nunca se retrasaba del lugar elegido, y una vez llegado y controlado el balón aél, no buscaba a ningún compañero, pues en el momento en que había elegido el lugar de actuación, ya sabía a qué jugador enviarle la pelota, para no perder tiempo ni dárselo al contrario para recuperar posiciones. En el único encuentro que lo vi jugar aquí, en Chamartín, contra España, cuyo partido televisivo aún guardo y estudio, así como otros cortos en D.V.D, pocos no muchos, que tengo de él, en casi ninguno lo veo tirarse, a ras del césped, para inutilizar un balón.

Otras de las pequeñas y grandes cosas que hacía el militar-futbolista ruso, y para que tú las hagas cuando intentes o te digan de imitarlo, sin saber de lo que va la cosa, es que cuando Simeone hizo saltar al terreno de juego a Morata, fue cuando supe que no había "tangana" en el partido, ya que dicho delantero siempre quiere agradecer el buen comportamiento con él de la prensa marcando goles. Aquí, mientras tú no tenías ni un poco organizada la defensa, de ahí el gol de Morata, Yashin tendría adelantado, para intervenir en la jugada, al lateral derecho, lado por el que transcurría la penetración al marco. Si el central se hubiese marchado de "vacaciones", como se fue el nuestro, estaría cubriendo su puesto un medio de los dos defensivos, puestos de apoyo del medio campo y de la defensa, colocado por Escribá a imitación del entrenador de la Real en el planteamiento de Balaídos contra el Celta. Mientras el lateral del otro lado estaría más cerrado hacia el área de penalti, para intentar cerrar la penetración del colchonero por el centro.

Lo que lógicamente dificultaría la penetración de Morata para colocarse, como se colocó, delante de ti. Donde tampoco estuviste nada acertado, pues mientras tú reculaste, torpemente, hacía atrás hasta más allá del punto de penalti, esperando allí la línea final de penetración del colchonero, buscó al sacarte de tu mal elegida posición defensiva, simplemente ladeando la jugada. Tú volviste a "picar", al ver que te ponía de anzuelo al balón que sabía iba a llevar a la red. ¿Sabes cómo actuaría Yashin, en esta ocasión?. Pues simplemente quedándose adelantado en la posición en la que estaba acostumbrado a jugar, sin dar un paso hacia atrás, en espera de que el delantero volviese a tocar el balón en carrera, ya que ese sería el momento, justo, en el que Yashin, le haría un amago de intentar sacarle el balón de los pies, pero quedándose clavado en el lugar donde se encontraba.

Con este amago, el ruso sabía que el delantero queda desconcertado, al ver que el meta no llevaba a cabo lo que ahora Morata esperaba. Los delanteros de grandes conocimientos, aunque Morata no sea de los mejores que los tenga, controlan de reojo el movimiento de los porteros para con habilidad batirlos. Hay miles de ejemplos de ello. Ante este instante y momentáneo desconcierto del delantero, es cuando los porteros de cálculo frío y acertado como Yashin "roban" el balón de los pies del atacante, simplemente cogiéndolo con ambas manos, sin tener siquiera que arriesgarse, en la estirada, para cubrir portería.

¡Mira si es difícil jugar como Yashin!