El Celta B tendrá que sufrir en Alcoy para garantizar su continuidad en la Segunda B. Lo hará porque el margen que otorga el tanto de Manu Apeh es demasiado escaso y porque el Alcoyano demostró ya en esta ida de la eliminatoria por la permanencia que va a llevar el partido y a los pupilos de Rubén Albés al límite. O un poco más allá puesto que dentro de siete días contarán, además, con el apoyo de su público.

En Barreiro los levantinos demostraron oficio para intentar mantener su portería a cero y buscar el premio gordo de un gol en una acción aislada. Pero poco o ningún fútbol. El único equipo que intentó y quiso jugar fue el Celta B. Su rival se limitó a perder tiempo y aprovechar la permisividad del colegiado castellano leonés Fernando Román Román, excesivamente dialogante y que no supo o no quiso cortar sus constantes interrupciones.

El Celta B afrontaba una cita complicada. Después de haber rozado la salvación en varias ocasiones, los vigueses se vieron abocados a esta agónica promoción de permanencia en el último partido al no ser capaces de ganar al Salmantino y, además, producirse la carambola necesaria para mandarles al play out. Sin embargo, el filial céltico demostró ante el Alcoyano una tremenda personalidad. A pesar de la enorme presión de esta trascendental cita salió dispuesto a mandar desde el pitido inicial.

Y lo hizo, además, siendo fiel a su esencia, a lo mostrado durante toda la campaña. El Celta B cogió el balón desde el primer minuto y ya no lo soltó. Pero tampoco fue capaz de incomodar en exceso a su rival con ese monopolio de la posesión y crear un torrente de ocasiones de peligro. De hecho, como suele ser también la tónica habitual en el filial céltico, sus llegadas con verdadera sensación de poder convertirse en gol fueron escasas.

Además, para esta trascendental cita Rubén Albés contaba con la ausencia de su jugador más incisivo, de su máximo goleador, el panameño Ibán Salvador, un auténtico incordio para las defensas rivales.

Su ausencia en el once permitió la entrada en la izquierda de Pastrana, uno de los más destacados especialmente en el tramo final de la primera parte, y que Solís pasase a ocupar la mediapunta.

Los primeros quince minutos de encuentro dejaron claro que ambos equipos sabían lo que había en juego. Nadie quería cometer un error que se iba a pagar muy caro y los minutos pasaron sin pena ni gloria.

De hecho, no fue hasta mediada la primera parte cuando empezaron a llegar acciones con una ligera sensación de peligro aunque todas durante estos cuarenta y cinco minutos muy lejos de convertirse en gol.

El primer acercamiento céltico llegó a los 23 minutos por banda derecha, con un centro de Sergio al que no llegó por poco Apeh. El rechace acabó en los pies de Rai que, en buena posición, disparó muy alto.

La acción de Sergio animó a Pastrana a intentarlo por la otra banda. Su habilidad en el uno para uno le permitió desbordar en varias ocasiones a su par aunque para colocar centros sin demasiada precisión o que no encontraban rematador.

Mientras, el bagaje del Alcoy, entre pérdida de tiempo y pérdida de tiempo, se limitó a un intento de centro de Vicente Pérez que acabó envenenándose y tuvo que desviar a saque de esquina Iván Villar.

La segunda mitad parecía empezar con Pastrana queriendo dar continuidad a su buen final de primer tiempo al disparar al lateral de la red tras otra gran acción individual. Poco después, otro centro suyo que no atrapó Bañuz permitió a Apeh rematar aunque muy forzado y fuera.

Fue el preludio del gol, un saque de esquina rozado en el primer palo por Farrando que Apeh acabó introduciendo, también de cabeza, en la portería rival.

El tanto provocó que el Alcoyano pensase durante unos instantes en la portería rival y el partido se abrió aunque sólo un momento. El Celta B tuvo más espacios para buscar un poco más de tranquilidad de cara a la vuelta pero le faltó claridad en un par de contragolpes y ambición para buscar más premio. En lugar de eso optó por la prudencia y proteger el 1-0, un jugoso tesoro con el que viajar dentro de siete días a Alcoy.

Los visitantes, mientras, asustados por esas dos contras cejaron en su momentáneo empeño ofensivo y dieron por bueno el marcador, confiándolo todo al apoyo de su público.