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Un agridulce resumen de la temporada

Mal juego, escasa intensidad física y voluntad de reacción para que Iago Aspas ejerciese por última vez de salvador

Dimitrievski observa cómo el balón se dirige a las mallas tras el remate de Iago Aspas en el segundo gol. // Alba VIllar

Temporada agónica, resurrección hermosa y resolución vergonzosa, aunque Iago Aspas evitase la derrota. Iago está igual para la reforma estructural que para la decoración, para la cirujía y la cosmética. El deficiente final conviene en realidad: evita cualquier lenitivo y cualquier autoindulgencia. Obliga al club a replantearse el proyecto. El Celta se salva gracias al regreso de Iago Aspas y el apoyo de la afición, pero también debido al impulso ajeno. El Alavés evitó ayer cualquier tipo de histeria.

repensar la mezcla

En la cúpula de Príncipe creen en los ciclos de una manera casi fatalista. Tocaba sufrir, de alguna manera. No se necesita tanto en la clase media de la Liga para pasar de los sueños europeos a los sufrimientos de la permanencia: mala elección de entrenador, algún fichaje que no cuaja, lesiones, dinámicas mentales... Aunque la afición lo exija, no se necesita reiniciar de cero el camino. Pero sí recuperar el equilibrio entre físico y calidad en la plantilla, elegir al timonel adecuado -puede ser Escribá- y que la dirección deportiva trabaje con él en perfecta comunión. Cosas que no sucedieron esta temporada.

dos pulsiones contrarias

Dos jugadores pueden condensar ayer las pulsiones contrarias de la campaña: Iago Aspas, aunque en un mal partido, seguramente agotado, anota el penalti y correr a buscar el balón hasta lograr el empate; Boudebouz, en cambio, deambula por la cancha como alma en pena. Boudebouz ha colaborado en la permanencia, pero es como un resumen de sus renglones torcidos: fichaje inadecuado (se necesitaba a un ariete, que iba a ser Sergio León, y Felipe regresó de Sevilla con otro trescuartista), mal diagnóstico y peor remedio, con una evidente calidad que no compensa su deficiente intensidad y despliegue. El Celta necesita abrir las ventanas del vestuario y realizar fichajes que devuelvan el nervio.

un mal partido

Pareció durante muchos minutos que era el Rayo el que apostaba la vida. Solo Okay rascó por delante de la defensa. Se puede reconocer la complejidad de la mentalización, en una semana de risas de alivio en Vigo y de depresión en Girona. Salvado sin estar salvado, dubitativo entre arriesgar y conservar, el Celta se diluyó pronto tras el buen arranque. No aprovechó las alegrías del Rayo, tan voluntarioso en el ataque como relajado en el balance defensivo. Escribá varió la apuesta tras el descanso. Con él, el equipo ha practicado un amago de presión alta y un repliegue inmediato hacia la frontal, descolgando a Iago Aspas y Maxi. En la segunda mitad ordenó elevar las líneas e incluso se practicó un cierto marcaje al hombre sobre la salida del Rayo Vallecano. No sirvió para que el juego mejorase de forma sustancial, pero sí para explorar mejor las vaguedades del equipo visitante, especialmente tras la salida a la cancha de Boufal.

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