Nadie sabe si Sergio Alvarez y Gustavo Cabral se enfrentan a su último partido en el Celta. Dos de los jugadores con más peso en el vestuario, dos de los capitanes, se encuentran atrapados por una situación que no se resolverá hasta la semana que viene con lo que afrontarán el duelo ante el Rayo sin tener claro si es el momento de despedirse de los aficionados o no.

Todo tiene que ver con la situación a la que ha llegado el equipo. El hecho de no haber asegurado aún la permanencia ha aplazado la toma de decisiones en el club. La primera de ellas tiene que ver con el entrenador. Escribá y el Celta acordaron hace meses, cuando unieron sus caminos, que dejarían la conversación sobre su renovación para el día siguiente a tener la permanencia sellada. Desde entonces se han mantenido fieles a ese compromiso adquirido y los contactos del técnico con el club siempre han sido para analizar cuestiones puramente deportivas. La próxima semana (lunes o martes) se sentarán a hablar y decidirán si amplían su relación por más tiempo. Ese será el momento en el que ambos mostrarán abiertamente sus intenciones. En Vigo están contentos con Escribá y, salvo que se descuelgue con alguna petición imposible, están decididos a continuar con él. Pero también hay que conocer las intenciones del entrenador que no ha abierto la boca en este sentido y que podría tener otros planes inmediatos.

Ya sea con Escribá o con otro técnico en su lugar el Celta tiene previsto que sea el entrenador el que tome decisiones como la continuidad de Cabral y de Sergio, sobre cuyos contratos el club debe decidir antes del 30 de junio. Posiblemente sea el primero de los asuntos a resolver de cara a la temporada próxima. Dada la relación que ha tenido el técnico con ambos jugadores cabría pensar que entran en sus planes. Cabral ha sido esencial en el tramo final de la temporada y de la (casi segura) salvación, pieza básica a la hora de levantar anímicamente a un grupo demasiado inestable y escaso de líderes. No olvidemos que hace pocas semanas Escribá pidió a Cabral que viajase a Madrid a un partido en el que no estaba convocado solo para ejerciera de jefe del grupo. Y el argentino allí estuvo, lanzando soflamas y empujando desde un costado. La clase de detalle que no suelen olvidar los entrenadores.

Esta circunstancia, la duda sobre la continuidad del Celta en Primera (parece que ya finalmente resuelta) y sobre el entrenador (que se aclarará en unos días) conduce a la situación actual de que los jugadores y la gente no sabe si mañana le llega la hora de la despedida a dos futbolistas que por su trayectoria merecerían un reconocimiento gigantesco.