Enrique Macías, con sus casi catorce años y aún con pantalón corto, al igual que su hermano y sus dos amigos, no había querido perderse el partido en el que se iba a homenajear al "León de Bouzas". Se iba a jugar contra el Racing de Madrid en el campo de Coya. El Celta derrotaría a los madrileños por 3-0, marcados los tres tantos por su delantero Chicha. La nota emotiva del partido estuvo cuando Ruiz, en el descanso, recibió un Citroën, regalo de la afición viguesa. Se le quería agradecer así el gesto que había tenido con el Celta al regresar de su retiro para paliar el problema que la fuga de Isidro y el servicio militar de Lilo habían generado en la portería. Sin poder ocultar su emoción, Ruiz dio una vuelta al campo montado en el coche, mientras era aclamado por todos los espectadores. También recibió un reloj con cadena de oro, regalo de los gallegos residentes en América, así como una artística cartera, que había sido comprada por suscripción popular, que le entregaron un grupo de señoritas, junto con un ramo de flores.

Antes de comenzar oficialmente este Campeonato de Galicia 1925-26, en el que no había fechas fijas para los partidos a jugar, el Celta disputa un amistoso contra la selección del Uruguay, que se había proclamado campeona olímpica en París, aprovechando su estancia de dos días en Vigo. Una vez más el campo de Coya registra un lleno a rebosar. La entrega y el pundonor de los célticos, que tanto le gustaba a Enrique, quedará registrada en ese 2-2 que refleja el marcador al final del partido. El Celta alinea a Lilo; Rogelio, Pasarín; Queralt, Balbino, Hermida; Reigosa, Chicha, Correa, Polo y Pinilla.

A mediados de agosto, junto con su hermano y sus dos amigos de siempre, Enrique vuelve al campo de Coya a ver al legendario guardameta de la selección española Ricardo Zamora. Enrique es uno de los pocos aficionados al fútbol en España al que no le gusta el guardameta internacional del Español de Barcelona. Consideraba que Blasco, el portero del Athletic de Bilbao, era mejor.

A los pocos minutos del primer partido, de los dos que el Español juega en Coya, Zamora se arroja valientemente a los pies de Correa para arrebatarle un balón y resulta lesionado con una fuerte contusión en un brazo que le obliga abandonar el terreno de juego. El gran portero no pudo seguir deleitando con sus intervenciones a los muchos aficionados que habían acudido a verlo en acción. Un tanto desilusionados, los aficionados se consolaron con el resultado del partido, en el que el Celta venció por 2-1.

En el segundo partido los aficionados sí se pudieron deleitar con sus magníficas intervenciones. El internacional salvó a su equipo de una derrota más severa, 5-0, parando incluso un penalti.

- Tanto Zamora, tanto Zamora, y no sirve para nada. Mucha visera y mucha mímica con sus defensas, pero a la hora de la verdad, nada-, sentenciaba Enrique después del partido.

- Pues si no llega a ser por él, llevan diez-, le hizo ver uno de los amigos.

- ¿Viste cómo paró el penalti?-, le preguntó el hermano.

- Hombre, alguna cosa buena tenía que hacer.-, seguía en sus trece Enrique, que añadió -Pero no te olvides de que Blasco también sabe parar penaltis, lo que pasa es que no le dan tanto bombo como a Zamora.

Los magníficos resultados que obtenía el Celta en sus partidos amistosos hacían concebir grandes esperanzas no solo para conseguir por tercera vez consecutiva el título gallego, sino el de la Copa de España. El Campeonato Gallego 1925-26 fue un paseo para el Celta. Marcó nada menos que cincuenta goles. Quince de ellos se los hizo encajar al Unión Sporting en un partido que terminó 15-0. Lilo, en todo el campeonato, encajó solamente cinco goles. Los jugadores que disputaron este campeonato fueron Lilo, Juanito, Pasarín, Cabezo, Queralt, Balbino, Hermida, Bienvenido, Chicha, Nicha, Rogelio, Polo, Casal, y Pinilla. Cabezo, Nicha y Rogelio se proclamaban campeones por primera vez.

Tras estas exhibiciones, toda la afición celtista piensa en un Celta campeón de España. Y así parece ser ya que en el primera eliminatoria deja en la cuneta a la Cultural Leonesa, elimina al Sporting de Gijón en la segunda y a la Real Sociedad de San Sebastián en la siguiente. En consecuencia, se clasifica para jugar las semifinales contra el potente equipo del Atlético de Madrid, al cual ya había vencido con anterioridad en un partido amistoso en Madrid por un claro 3-5. Este partido de semifinales se juega el 9 de mayo de 1926 a un solo partido, como todas las eliminatorias, en campo neutral. Para este choque se eligió a San Mames.

El Celta no estaba haciendo un buen partido pero aún así a los pocos minutos del final mantenía un 2-2, con el cual nada estaba decidido. Justo unos minutos antes de concluir este emocionante partido Lilo sufre una violenta entrada del madrileño Palacios por la que el guardameta del Celta tiene que abandonar el terreno de juego al sufrir una dislocación de un brazo. El partido termina con empate, por lo que hay que jugar una prórroga.

Es Cabezo el que ocupa ahora el puesto de Lilo y, a los cuatro minutos de la prórroga, hace una salida en falso y encaja el gol que pone al Atlético de Madrid por delante del marcador. Es entonces cuando el Celta redobla sus esfuerzos y, con su garra característica, empuja al rival a encerrarse en su área. Pero los vigueses no son capaces de romper la cerrada defensa de los madrileños, por lo que el resultado final es el del 3-2 que campea en el marcador. Los jugadores del Celta abandonan desolados San Mames.

El sueño que se habían forjado afición, directivos y jugadores de llegar a una final nacional se había disipado con lágrimas en los ojos. La expedición celeste que regresa a Vigo en tren se ve sorprendida por una multitud de aficionados que los reciben y ovacionan en la estación de Redondela, demostrándoles su apoyo y aliento.