"Balaídos ha alcanzando una comunión perfecta entre la afición y el equipo. Ha sido un factor importantísimo". Las palabras de Fran Escribá tras la victoria del pasado sábado frente al Barcelona sintetizan, bien a las claras, el decisivo papel que ha tenido la hinchada en la reacción del Celta para eludir el descenso. Desde que, tras perder con el Betis, el club tocó a rebato para convocar al celtismo a su particular Reconquista, el estadio vigués se ha convertido en un bastión inexpugnable que ha proporcionado al equipo 12 de los 14 puntos que lo ha situado muy cerca de garantizarse la continuidad en Primera División la próxima temporada.

Los números son contundentes. Desde la derrota frente al Betis en el estreno de Escribá como local, el equipo celeste ha encadenado cuatro victorias consecutivas (Villarreal, Real Sociedad, Girona y Barcelona) en su estadio, un logro que no se producía desde hace dos décadas, concretamente desde la temporada 1998-99, en la que el equipo celeste logró, de la mano de Víctor Fernández, la mejor puntuación de su historia en LaLiga (64 puntos).

Aquel equipo que se convirtió en referente de finura futbolística derrotó consecutivamente como local al Espanyol (2-0), Oviedo (6-2), Mallorca (4-2) y Villarreal (4-1) en su momento más dulce de una campaña en la que estuvo luchando por entrar en la Liga de Campeones hasta la última jornada. El Barcelona, con un empate sin goles, cortó la racha en uno de los pocos partidos en los que el Celta se quedó sin marcar como local en aquella histórica temporada.

La actual racha de victorias en casa se ha producido en circunstancias mucho menos favorables para los celestes, que han tenido que lidiar con la tensión de jugarse en pellejo prácticamente en cada uno de los partidos en los que ha cimentado su reacción. Y el mérito de la hinchada se acrecienta con las circunstancias que rodearon el primero de los encuentros, frente al Villarreal, con el equipo en caída libre e incapaz de reponerse al estado de orfandad en lo había sumido la ausencia de Iago Aspas.

El regreso del crack moañéscrack, que volvía a vestirse de corto frente a los castellonense tras permanecer tres meses lesionado, no impidió que el Villarreal se fuese al descanso con una ventaja de dos goles que sembraba de nubarrones el horizonte de la permanencia.

La fe del celtismo obró el milagro. La grada tiró del carro, Aspas destapó el genio de la lámpara con dos goles y una asistencia a Maxi Gómez y el Celta ganó un partido que parecía perdido y que acabó por convertirse en el punto de inflexión de una espléndida reacción que le ha dejado la permanencia a tiro de piedra.

Encomendado a Balaídos, los registros del Celta en los últimos ocho encuentros impresionan (15 puntos de 24 posibles). El equipo celeste ha ganado los cuatro partidos que ha disputado como local (12 puntos) y ha sumado otros tres a domicilio gracias a los valiosos empates firmados contra el Huesca (3-3), el Espanyol (1-1) y el Leganés (0-0). Una sola derrota, frente al Atlético de Madrid en el Wanda Metropolitano (2-0), un campo en el que el conjunto colchonero solo ha perdido un partido -frente al Real Madrid- y ha cedido dos empates -Valencia y Eibar- en lo que va de curso.

Pese a sus dos derrotas iniciales, el rendimiento del equipo desde que Fran Escribá asumió las riendas del banquillo mejora notablemente el de sus predecesores, Miguel Cardoso y Antonio Mohamed.

La cuenta @Afouteza ofrece un interesante dato a este respecto. El preparador valenciano es, tras Víctor Fernández, el técnico que lideró una de las etapas más brillantes de la historia del club, el entrenador celeste que presenta el mejor promedio de puntos por partido en lo que va de siglo en Primera División.

El aragonés encabeza el escalafón con una media de 1,67, seguido por el valenciano, con 1,50. Tras ellos se sitúan Miguel Ángel Lotina (1,37), Moncho Carnero (1,37), Eduardo Berizzo y Fernando Vázquez (1,36), Hristo Stoichkov (1,33), Juan Carlos Unzué (1,29), Luis Enrique Martínez (1,28), Abel Resino (1,21) y Antonio Mohamed (1,17).