Iago Aspas genera fuertes emociones en cada encuentro que disputa con la camiseta del club de sus amores, el Celta. El adalid de la 'afouteza' celeste enarbola la bandera de un sentimiento que se contagia no solo entre los aficionados, también en el seno de su familia. Como ejemplo de ello, su madre, María Juncal, que decidió poner rumbo a Leganés el pasado sábado para animar a la escuadra viguesa en Butarque. 600 kilómetros, 10 horas en autobús, para ser una más entre los 400 celtistas que arroparon al equipo vigués.

En la previa del partido, las cámaras de 'El día después', el programa de Movistar+ que repasa los momentos de la jornada y que viralizó las lágrimas del niño que se emocionó con la victoria del Celta ante la Real Sociedad en Balaídos, entrevistó a la madre del genio de Moaña, que se sinceró sobre los malos momentos que pasó su hijo durante los tres largos meses de lesión y desveló la pasión del 10 celeste, conocida por todos los devotos del equipo vigués.

"Representa al celtismo tanto como el escudo o el azul de la camiseta", comienza el breve vídeo que el espacio televisivo le dedicó al crac gallego y a su madre. "Me siento muy orgullosa. Cuando lo animan tanto, te emocionas. Es mucha gente la que lo quiere", continúa María Juncal momentos antes de la disputa del encuentro entre el Celta y el Leganés, que remató con el resultado gafas. Seguidamente, la madre de Aspas recuerda cómo vivió la familia el periodo en el que su hijo no podía ayudar al Celta a sacar la cabeza del pozo.

"Veía que el equipo no iba bien, estaba sufriendo un montón. Estaba haciendo todo para ponerse bien, yendo al gimnasio a recuperarse, al mar, a la piscina con agua fría, y no se ponía bien. Íbamos al super -y le decían- Iago, tienes que volver, que el equipo va mal, vamos a bajar a segunda. Era la presión que tenía, muy grande". Una presión que explotó en el partido contra el Villarreal, en el que Aspas remontó el encuentro con dos goles y abandonó el césped de Balaídos entre aplausos y cánticos para, momentos más tarde, llorar desconsolado en el banquillo del feudo celeste. Lágrimas que dieron la vuelta al mundo.

"Llegó el día del partido, vieron que ganaron, y que son tres puntos muy importantes, pues claro, se rompió. Cuando lo vi llorar, pensé que se había lesionado. Se puso el estadio en pie y pienso que eso a él lo emocionó. Te dan ganas de llorar también", reconoce María Juncal. "El Celta para Iago es todo, no es un jugador del Celta, es un hincha del Celta. Le digo muchas veces que no puede ser hincha, que es un jugador, pero es más un hincha que un jugador", finaliza la madre del futbolista moañés.