La afición del Celta es, sin duda, una de las mejores de España, pero durante las últimas jornadas de la competición liguera ha demostrado ser la número 1 en comparación con el resto de conjuntos de LaLiga, y no son pocos los que se la están jugando.

Todo se forjó aquella tarde mágica en la que el Villarreal sería su primera víctima. El recibimiento del equipo fue triunfal, de esas citas que quedan para la historia, con un aperitivo inmejorable, un plato principal con remontada y una sobremesa con la alegría en forma de lágrimas de Iago Aspas. Así se vivió desde dentro del autobús la marea celeste que ahogó al submarino amarillo en medio de bengalas, gritos y goles.

Pero la demostración de amor de la bancada de Balaídos no se iba a quedar ahí. Miles de aficionados volverían a llevar al equipo en volandas antes del choque contra la Real Sociedad, una réplica de la anterior semana que, de nuevo, sabría a gloria.

Y, cuando todo, parecía superado, ayer, varios fieles se congregaron en la llegada del autobús al hotel de concentración para arropar al equipo antes de medirse al Girona, rival directo en la lucha, con un único objetivo: que A Nosa Reconquista se acabe con la permanencia del Celta en la máxima categoría del fútbol español.