A Garrincha le apodaban La alegría del pueblo por la facilidad con la que regateaba este extremo brasileño que brilló junto a Pelé en los Mundiales de 1958 y 1962 y al que se considera como el mejor gambeteador de la historia del deporte rey. El propio O Rei, Maradona, Ronaldo Nazario o Messi han protagonizado jugadas para la historia después de driblar a medio equipo rival y concluir la jugada con un gol. El remate definitivo y, con frecuencia, la finalización de la jugada es lo que le falta al céltico Sofiane Boufal para convertirse en una estrella. El internacional marroquí nacido hace 25 años en París se ha convertido en el mejor regateador de LaLiga. Tiene una media de 4,4 dribles por partido. El sábado en el Metropolitano rompió todos los registros al protagonizar 13 regates de los 14 que intentó, la mayoría eligiendo como víctima a Juanfran Torres, al que su entrenador acabó cambiando de banda para evitarle más sufrimiento y humillación ante un rival al que solo pudo parar con faltas. Pero las virtudes de Boufal se convierten muchas veces en defecto por exceso y falta de resolución: suma dos goles en 30 partidos. El sultán del regate no deja indiferente a nadie: se le repudia por su juego individualista o se le adora por sus brillantes e imaginativas acciones para superar a los adversarios.

El futbolista franco-marroquí, que pasó por el Lille antes de firmar por el Southampton, que lo cedió al Celta el verano pasado, se presentó en Vigo pensando en la dificultad de hacerse con una plaza de titular en un equipo con futbolistas como Pione Sisto o Emre Mor. Tardó cinco partidos en ganarse la titularidad con Antonio Mohamed. Fue en Girona, ante el rival que el sábado visita Balaídos (13 horas) en otra final por la permanencia de los célticos. Boufal entró tras el descanso por Júnior Alonso. El Celta caía por 2-1 y Mohamed decidió darle mayor profundidad al equipo deshaciendo la defensa de cinco. El marroquí respondió con un gol en un remate con la izquierda en el minuto 87. Era su estreno como goleador en LaLiga, aunque la acción solo sirvió para maquillar la derrota ante los catalanes (3-2). En la jornada siguiente, Mohamed premió a Boufal con la titularidad ante el Valladolid. Antes de que le sustituyera Sisto, el marroquí le regaló una asistencia a Iago Aspas para que el moañés marcase el tercer gol. Con esos buenos registros, Boufal había mostrado sus enormes condiciones para el regate al mismo tiempo que sus problemas para que sus acciones fuesen efectivas, pues sus jugadas más brillantes casi siempre las protagonizaba muy lejos del área rival, además de que habitualmente quedaban pendientes de finalización. Seguidores y detractores crecieron a un ritmo similar. Lo que no se encontraban eran aficionados indiferentes a un futbolista que en cada partido protagonizaba un regate imposible.

Tras registrar ese prometedor arranque de campeonato, una lesión en el tobillo de apartó de la cita ante el Valencia y Mohamed tampoco contó con él para el compromiso con el Getafe. Reapareció ante el Sevilla. Aprovechó los veinte minutos que jugó para marcar su segundo gol, aunque tampoco dio réditos a un Celta que cayó por la mínima en el Sánchez Pizjuán (2-1).

Como el resto del equipo, el franco-marroquí acabó pagando la mala trayectoria del Celta y el cambio de entrenador. Pasó a la suplencia en los últimos partidos de Miguel Cardoso. Le favoreció la llegada de Fran Escribá, con el que ha sido titular en los seis partidos que suma el valenciano con los célticos.

Sofiane Boufal ya es el sexto jugador del Celta con más minutos de juego esta temporada (1.821), solo superado por Mallo, Maxi Gómez, Brais Méndez, Araújo y Lobotka. Al sultán del regate ha dejado de preocuparle la competencia de compañeros como Pione Sisto o Emre Mor. Su capacidad para desbordar rivales le ha servido para asegurarse la titularidad, pues sus registros ofensivos resultan escasos (2 goles y 3 asistencias) para un extremo que, como Garrincha, es La alegría del pueblo cuando protagoniza tal número de regates como el sábado en el Metropolitano.