Iago Aspas reposa su exhausto cuerpo en A Madroa. "Toca descansar", afirmaba tras la victoria sobre la Real Sociedad. Ante el Atlético cumplirá sanción por acumulación de amonestaciones. Un paréntesis conveniente. Los índices de fatiga muscular así lo aconsejaban. Aspas ha cumplido más allá del deber. Su semana de sonrisas y lágrimas constituye una de las demostraciones individuales más prodigiosas que el fútbol español ha conocido en tiempos modernos. Sabe que tras la visita al Wanda Metropolitano, en las seis jornadas restantes, le tocará completar la tarea de la salvación. A sus compañeros les corresponde aprovechar la inercia de su impulso. A Fran Escribá, diseñar una alineación que mitigue en lo posible su ausencia.

Aspas agota los adjetivos periodísticos, colecciona elogios de sus compañeros de profesión y se consagra en los altares eternos del celtismo. Después de tres meses de lesión muscular en el gemelo, con apenas 20 minutos en Getafe antes de la recaída, el moañés ha cumplido las expectativas mesiánicas más exageradas. Tomó a un equipo que estaba antepenúltimo, en zona de descenso, a cuatro puntos de la permanencia, y lo deja momentáneamente decimosexto, dos puntos por encima de esa frontera.

Lo ha logrado además apelando a la épica, liderando remontadas ante Villarreal y Real Sociedad o la reacción que permitió rescatar un punto en Huesca. Lo ha hecho vaciándose, sin atender a lo que hubiera resultado más adecuado para médicos y preparadores físicos. "Tendrá que ser un regreso progresivo", se advertía mientras Aspas regeneraba su musculatura con terapias celulares innovadoras en una clínica barcelonesa. La voluntad del moañés, sostenido sobre el gran trabajo de los mecánicos celestes en una especie de pretemporada intensiva, le ha permitido estirar su disponibilidad. En los tres encuentros ha sido sustituido a poco del final (minuto 90 ante Villarreal y Real, minuto 82 en El Alcoraz).

Convenía parar, sin embargo, por doble razón: mejorar esos índices de fatiga y limpiar su certificado de penales. Iago Aspas había visto la cuarta tarjeta amarilla de la temporada en el Camp Nou, pocos minutos antes de lesionarse. Una condena con la que ha sabido convivir durante estos tres partidos. Pese a la tensión y el frenesí, se le ha visto controlado en todo momento. Otra prueba de su madurez. Pese a todo, la quinta cartulina pendía como una amenaza y en el Celta han preferido elegir el momento, que es la visita al Atlético. No existe ningún tipo de confirmación oficial, como se exige. Iago Aspas vio la quinta al quitarse la camiseta celebrando el 2-1. Parece difícil que tuviese la lucidez precisa en ese instante de euforia. En el entorno del equipo están seguros de que su control llega a tal punto.

Emoción y razón se combinan en Iago Aspas. La exhibición de esta semana ha conmovido a todo el país por su sollozo, sus arengas, su furia y su alegría. Nada que se pueda tasar en cifras, pero ya esa radiografía retrata su jerarquía. Según Fútbol Avanzado, la presencia del moañés multiplica la producción céltica en tiros totales cada 90 minutos (de 9,9 a 12,4), tiros entre los tres palos (de 2,9 a 4,7), goles (de 0,71 a 1,83) y el diferencial de goles (-12 en las jornadas precedentes, +4 en las tres últimas).

Desde Afouteza e Corazón aportan que con Aspas el Celta ha sumado 1,33 puntos por partido; sin él, 0,4. En la proyección, el conjunto vigués habría sumado 12,4 puntos en estas 31 jornadas sin él, ya colista y condenado; con él siempre, 41,2 y estaría décimo, con la permanencia en el bolsillo.

Los datos de los expertos estadísticos -también Mister Chip y Pedro Martín- se agolpan. Aspas vuelve a liderar el Zarra de los mejores goleadores nacionales (15 tantos) pese a su larga convalecencia; iguala a Griezmann en la anotación de las últimas cuatro temporadas (69), solo por detrás de Messi (129), Luis Suárez (111) y Cristiano (86); solo Messi lo supera en mejor promedio de gol por minutos (75 el argentino, 115 el gallego); solo Molina en la relación de goles y tiros (uno cada 2,90 el alicantino; 2,93 el celeste); comparte con Pahiño y Mauro el grupo de los célticos que anotaron al menos 15 dianas en tres Ligas consecutivas; iguala a Gudelj en penaltis convertidos en Primera (14). A todos, astros presentes y leyendas pasadas, les sostiene la mirada.

El problema de su trascendencia es el vacío que deja. Cardoso, que alcanzó la novena plaza antes de perderlo, nunca supo cómo paliar su ausencia. Escribá perdió los dos partidos que jugó sin él. Al Metropolitano se acudirá con menos presión, pero ninguna oportunidad puede despreciarse en una carrera tan apretada. Boudebouz se perfila como el favorito a sustituirlo, aunque debe ser una tarea colectiva. Aspas les ha enseñado el camino.

Haz click para ampliar el gráfico