Consumada la fusión, el todo Vigo deportivo estaba ilusionado con su nuevo equipo, ilusión que compartía Enrique con su hermano y amigos. Tenían pensado acudir el domingo al campo de Coya a ver a los equipos A y B del Celta, que hacían su presentación ante, ahora, toda la afición celtista. Pero los dos hermanos tenían un problema, porque su mejor amigo no podía entrar al campo por no tener dinero para adquirir una entrada. Enrique pretendía subsanarlo pidiéndole a su primo Kaíto, defensa de la plantilla, que llevase al amigo con él.

Efectivamente, aquel 14 de septiembre de 1923, el campo de Coya registraba un lleno total. Toda la afición viguesa y de todos los pueblos cercanos a la ciudad se habían dado cita para presenciar el amistoso de los equipos A y B del Celta, en su presentación ante la gran masa de aficionados salida, también, de aquella fusión entre el Vigo Sporting y el Fortuna.

Enrique seguía estando ilusionado con los jugadores que formaban en el equipo A, los cuales vestían por primera vez los colores oficiales del club: camisa roja y calzón negro. La alineación fue: Isidro; Otero, Pasarín; Queralt, Torres, Balbino; Reigosa, Gerardito, Chicha, Polo y Pinilla. Aunque el partido era de guante blanco y terminó 0-2 favorable a los que formaban el equipo B, todos, incluido Enrique, estaban ilusionados con el gran equipo que por fin se había conseguido hacer.

Pero cuando se supo la noticia que corría como la pólvora por toda la ciudad, se convulsionó la afición celtista: las cuatro grande figuras del Vigo Sporting, que tenían que integrarse y formar en la plantilla del Celta, pretendían hacerlo en la del Deportivo de La Coruña. Un hecho que ensombrecía el magnífico panorama deportivo que iba a tener el Real Club Celta.

Al igual que toda la afición celtista, Enrique consideraba normal la marcha del gran jugador Ramón González por haber nacido en La Coruña 25 años antes. Había comenzado a jugar a los 16 años en el Fabril, siempre de interior, para pasar luego al Deportivo en 1917. Un año después fichaba por el Vigo. C.F. donde demostró sus cualidades de gran jugador, entre las que sobresalían sus dotes de goleador. Poseía veinte metros finales inigualables y era valiente, con gran potencia de tiro a la media vuelta y un maravilloso y certero remate de cabeza. Su entrega en el campo era total, consiguiendo más de una vez tres o cuatro goles en un partido, fruto de esa entrega. Era una de las piezas de más valor con las que se contaba para hacer ese Celta grande que todos querían.

Otra de las marchas cuya ausencia se notaría de forma alarmante para la potencia del nuevo club era la del pontevedrés y gran olímpico Otero. Así como la baja de Ramón González era fundamental para la delantera, la de Otero lo era para ese baluarte defensivo formado por él mismo y Pasarín. También lo era la de Isidro, el "Zamora gallego", dado que era el guardameta, de los tres, que ofrecía más garantías. Aunque también importante, la ausencia de Chiarroni podía estar bien cubierta por Correa o Chicha.

De todas formas, las bajas de los cuatro "rebeldes" eran importantes para la formación de ese gran equipo que tenía que salir de la fusión, al fallar la aportación del Vigo Sporting con sus cuatro mejores jugadores. Únicamente se ganó con lo mejor que tenía el Fortuna, quedando así el Celta sin el potencial que tenía que tener con el equipo por todos pensado: Isidro; Otero, Pasarín; Queralt, J. Torres, Balbino; Reigosa, R. González, Chiarroni, Polo y Pinilla.

La marcha de estos cuatro jugadores del Celta desató una gran polémica, no solo en Galicia, sino en todo el ambiente futbolístico de España. En Vigo se le echaba la culpa de estas marchas a un periodista local,Camilo Bernárdez, alias Thedy. La verdad era que la marcha de Ramón González se debía a que era coruñés y seguramente se le pagó bien la vuelta a La Coruña. La de Chiarroni podía obedecer más a su poca confianza en ser titular en el nuevo equipo, dado el potencial humano con el que se contaba, lo que estaba seguro que conseguiría en el Deportivo. El club coruñés también estaba intentando construir un equipo fuerte, para lo que no escatimaría la fuerza del dinero. Fuerza que también se llevó a Otero e Isidro.

La polémica comenzó a subir de tono cuando la prensa nacional se hizo eco de estas deserciones y al hacer valer el Celta sus derechos ante las federaciones de fútbol gallega y nacional. Trasladado el expediente a la Terretorial Gallega y ante la negativa de los jugadores de volver al equipo vigués, la federación regional, en razonable y largo escrito, falló a favor del Celta, sin perjuicio de inhabilitar a los "rebeldes" para actuar en toda clase de partidos en los que no defendieran la camiseta del Celta.

Contra este fallo se alzó el Deportivo ante la Federación Nacional, pero ésta rechazó la petición deportivista, ordenando que se llevase a cabo lo ordenado por la Federación Gallega. Pese a todo, la deserción de Ramón González -que tal vez por ser todos los "rebeldes" de su mismo equipo había podido influir en ellos-, Chiarroni, Otero e Isidro quedaba consumada.