Decisiones cruciales con pocas horas de reflexión. Tal es la tarea que le aguarda a Fran Escribá en la preparación del encuentro contra la Real Sociedad (domingo, 18.30, Balaídos). La evolución física de Iago Aspas decidirá su empleo ante los donostiarras. La baja de Brais Méndez supone una disyuntiva que atañe a lo estilístico además de a lo nominal. Escribá ha ofrecido pistas contradictorias en su manejo de la plantilla, lo que complica la predicción. Boudebouz, Emre Mor, un centrocampista que promueva el equilibrio... El técnico dispone de varias alternativas.

El Celta se entrenó ayer por la tarde en A Madroa a puerta cerrada. Los titulares ante el Huesca trabajaron en el gimnasio y con los fisioterapeutas. Con Brais como "sospecha", solo una lesión ya tasada en el parte médico: la de Juncà, una rotura fibrilar en el aductor medio de la pierna derecha, que sufrió ante el Real Madrid el 16 de marzo. El jefe de los servicios médicos, Juan José García Cota, habló en su día de una baja "nunca inferior a tres semanas". Sobre esa frontera, y sin haberse reincorporado al grupo, el buen rendimiento de Olaza invita a no acelerar los plazos.

Iago Aspas ni siquiera aparece en el parte. La ausencia del moañés confirma la levedad de la sobrecarga muscular que le hizo pedir el cambio en El Alcoraz tras asistir a Boudebouz en el 3-3 definitivo. Una consecuencia lógica del esfuerzo. Las angustias clasificatorias han impedido que Aspas volviese de forma progresiva. Se lesionó en el Camp Nou el 12 de diciembre. Después de cinco partidos de ausencia y 20 minutos en Getafe recayó, en el calentamiento ante el Levante, y añadió otras cuatro jornadas de baja: en total, tres meses de casi total inactividad competitiva, terapias innovadoras en el maltrecho gemelo y ejercicios de readaptación. Un proceso que hubiera debido culminar partiendo desde el banquillo. Sin embargo, jugó 90 minutos ante el Villarreal (fue sustituido al inicio de la prolongación) y 82 ante el Huesca; encuentros de desgaste físico y emocional.

Aunque su participación ante la Real Sociedad no parece peligrar, sí se activa el dilema de su empleo. Decidirá su musculatura más que la táctica. Escribá descartó las rotaciones antes de afrontar la semana. "Pondré en cada partido el mejor equipo. Eso no significa que vayan a jugar siempre los mismos", había anticipado el técnico, que en El Alcoraz solo realizó un cambio, el de Cabral por Costas, respecto al partido contra el Villarreal. Obviamente el mejor Celta incluye a Aspas en cualquier combinación. Tres goles y dos asistencias confirman lo que por otra parte está sobradamente demostrado.

Escribá ya tiene otra modificación obligada de antemano. Había que esperar a que bajase la inflamación del muslo de Brais para realizar la ecografía que precisase el diagnóstico, lo que sucederá a lo largo del día de hoy. Pero se mantiene la sospecha de rotura fibrilar en el bíceps femoral izquierdo; aunque es un músculo de mejor cicatrización que el gemelo, la convalecencia se cuantificaría en función de los centímetros de desgarro.

En todo caso, Brais Méndez cumplirá suspensión por acumulación de amonestaciones. Escribá intercambio susurros con el canterano en la banda, después de que Cota le informase de que el problema muscular revestía gravedad. Brais entró acto seguido en cancha, sin recibir el permiso arbitral, y vio la tarjeta amarilla. Ha limpiado su certificado de penales para cuando regrese.

Brais puede maldecir su infortunio. Es posiblemente el jugador que más había pagado la ausencia de Iago y el que más agradecía su regreso. Ante el Villarreal volvió a pisar área con peligro (tres disparos) y sufrió un penalti; en El Alcoraz abrió el marcador. Con Iago en cancha, Brais ha firmado cinco goles y cinco asistencias; sin él, uno y dos. Iago promueve y multiplica su capacidad asociativa, además de liberarle de responsabilidad. Con Iago es ese jugador que Luis Enrique hace debutar en la selección absoluta; sin él, el joven valiente pero desacertado cuyos errores un sector de la afición castiga con silbidos.

No será el suyo un hueco fácil de cubrir. Brais ha madurado fuera ya del manto protector de Unzué. Solo estuvo excluido del once inicial en los primeros partidos con Antonio Mohamed, cuando el sistema de tres centrales restaba un puesto en la medular -y el argentino llegó a emplearlo en ubicaciones excéntricas, como la banda izquierda, cegando su zurda combinativa-. Desde el 19 de octubre, ante el Alavés, ha encadenado 22 partidos como titular.

Escribá tiene básicamente dos opciones ante sí: un jugador de ofensiva y desborde, como Mor, Boudebouz y Pione; uno de trabajo y toque, como Beltrán y Jozabed. La alternativa a medio camino sería Jensen, que se siente más cómodo por territorios centrales o a la izquierda. Además se ha quedado fuera de unas convocatorias de Escribá, por otra parte, de las que gente como Mor, Pione y Beltrán han entrado y salido.

En El Alcoraz, obligado a maniobrar en el minuto 20 por la lesión de Brais, Escribá escogió a Boudebouz, a la postre autor del 3-3 y un trallazo al larguero, pero también intermitente y frágil en la ayuda a un Mallo desbordado. Emre Mor ofreció destellos esperanzadores respecto a su utilidad tanto en ataque como en defensa. A la postre, a Escribá se le puede criticar que no utilizase precisamente a Beltrán o Jozabed para mitigar la locura del ida y vuelta. Una decisión que extraña en un entrenador que se ha distinguido a lo largo de su carrera por la búsqueda del equilibrio. Ahora podrá masticar más su decisión, aunque tampoco demasiado en una competición frenética en todos los sentidos.