Escribá estaba allí, pero su cabeza no. Resulta complicada de entender la inacción del entrenador del Celta cuando Francisco, en busca de una remontada que parecía imposible tras el 0-2, convirtió su equipo en una colección de delanteros lanzados a una misión loca hacia Rubén. El técnico del Celta se quedó allí tranquilo, disfrutando del correcalles, ajeno a lo que sucedía en el banquillo de al lado y a la terrible descomposición que se anunciaba en el área viguesa. La televisión incluso podía haber añadido un spot alusivo: "No se vayan aún que está a punto de producirse el descalabro defensivo del Celta". Solo Fran Escribá no lo vio venir. El Huesca, con superioridad numérica en el área viguesa encontró mil facilidades para poner centros de todos los colores que, por esas dinámicas que tiene el fútbol, cayeron siempre del lado aragonés mientras los defensas viguesas entraban en un absoluto colapso mental. Llegó el empate, el tercer gol, el delirio en El Alcoraz y solo una nueva genialidad de Iago Aspas salvó una noche que hubiese sido trágica desde el punto de vista emocional en caso de acabar con derrota.

Los costados

Con 0-2 y Francisco revolucionando su equipo, el Celta no tocó nada. Y ya no servía el traje con el que se habían vestido al comienzo del partido. El Huesca se lo jugó todo a acumular mucha gente en el área y a poner todos los centros laterales que pudiese. Escribá no equilibró una cosa ni otra. Sus centrales estaban en inferioridad y en los costados ni Boudebouz ni Boufal son la clase de jugadores que se implican en la ayuda de los laterales. Eso convirtió en un martirio el día de Olaza y del desafortunado Hugo Mallo, siempre en inferioridad. El partido pedía un centrocampista más, retrasar tal vez a Okay...algo. Pero cuando Escribá pareció despertar, el tercero del Huesca ya estaba allí y tuvo que encomendarse de nuevo al genio de Moaña.

Iago Aspas

Hasta el arrebato del Huesca cuando se llevaba una hora, el partido había sido una razón más para la entronización de Iago Aspas que se adueñó por completo del partido y generó pánico cada vez que intervino en el juego. Y como sucedió hace unos días ante el Villarreal, a su llamada van acudiendo jugadores que suben su nivel. Brais,Maxi, Lobotka , Okay...son muchos los que se sienten más tranquilos con él cerca, los que se sueltan. Dio el primer gol, marcó el segundo y, tras el desastre, fabricó el tercero. Es imposible tener más incidencia en un partido. Acabó completamente reventado y aunque a veces se habla de su incidencia en el área, juega de maravilla en cualquier esquina del campo.

LaLiga Santander: Los goles del Huesca - Celta 3-3

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La lesión de Brais Méndez

Una de las razones de que el Celta se metiese en el lío. Ayer desde el comienzo se le vio muy enchufado. Marcó el primer gol, pero al margen de eso tomó siempre buenas decisiones. Recordó al futbolista que impresionó en Villarreal en la primera vuelta. La rotura de fibras que sufrió en la jugada del gol tuvo muy malas consecuencias para el Celta. Porque apareció Boudebouz que es como jugar al bingo. Tiene cosas de futbolista espectacular (ese remate al palo en el primer tiempo), pero luego transmite la sensación de estar jugando permanentemente un amistoso. Y eso el Huesca lo aprovechó convirtiendo esa banda en una zona continua de paso hacia el área viguesa.

Wesley Hoedt

Un caso muy curioso el de este futbolista. Juega muy bien y tiene una tranquilidad con la pelota extraordinaria. Hace muchas cosas bien. Pero el problema son esos puntuales apagones que le dan. Pasó ante el Villarreal y volvió a suceder ayer en Huesca. Errores groseros que suelen costar puntos. Por un lado te da muchas cosas buenas, por otro te las quita. Ayer formó pareja con Cabral, que regresaba al equipo, y tras una primera parte digna, en el segundo se vieron desbordados por completo. Afectaron la falta de ayudas de sus compañeros y del banquillo. En las segundas jugadas, fiel a la tradición del Celta, el equipo fue un desastre.

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Huesca - Celta de Vigo | Las imágenes del partido

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Hugo Mallo

Está tomando muchas malas decisiones. Ayer el primer gol del Huesca nace de un despeje mediocre en una jugada que ofrecía otras soluciones. Y en ese balón regalado encontraron los oscenses el camino hacia el primer gol. Le falta frialdad en algunas acciones. Y luego, tras el partido, ajustó cuentas de forma innecesaria y pública con Boufal a cuenta de una ocasión que el marroquí había desperdiciado. Los capitanes deben saber cuándo dar ese tipo de toques de atención. El de ayer pareció exagerado.

Tres goles

Una cosa resulta tremenda en este Celta. Y es que arranca cada partido con 2-0 en contra. Para ganar, necesita meter tres goles cada domingo. Y en días como el de ayer tampoco garantizan el triunfo. Una tragedia.