Dos equipos vestidos con un traje que les resulta extraño, incómodo, preguntándose qué hacen con el barro hasta los tobillos si ellos se habían vestido como si fuesen a una boda. Así se sienten el Celta y el Villarreal a estas alturas de la función. Si a comienzos de temporada alguien hubiese separado a los veinte equipos de Primera División en función de su estilo, de sus características, es muy probable que vigueses y castellonenses hubiesen acabado en el mismo saco. Mayoría de jugadores de corte parecido, buen pie, más flojera en la defensa, dos goleadores nacionales como grandes referentes (Aspas y Gerard Moreno), aspiraciones por encima del décimo puesto e inversiones importantes teniendo en cuenta su estatus (26 millones en el caso de los célticos, 75 en el del conjunto amarillo). Unos meses después los dos equipos se ven las caras en un duelo que puede marcar tendencia para ambas escuadras, enzarzadas en una pelea por la salvación en la que son dos de los cinco implicados en la batalla.

Sin embargo, los caminos de ambos equipos son completamente divergentes. Hace tiempo que sus trayectorias se han cruzado. Entre los cinco implicados ahora mismo en la pelea hay tres que desde hace tiempo han estabilizado su posición (Huesca, Rayo y Valladolid). En cambio vigueses y castellonenses han hecho el camino contrario. Los célticos han perdido cuatro posiciones en las últimas diez jornadas y el cuadro amarillo ha mejorado un par de puestos en el último tramo de la temporada.

El Villarreal llegará a Balaídos después de sumar dos victorias de forma consecutiva. Una de ellas, el incomprensible triunfo en el descuento en el campo del Levante, le permitió poner fin a una racha de ocho visitas sin sumar un triunfo a domicilio. En Balaídos tratarán de estirar esa racha ante un Celta que ante su parroquia solo ha sido capaz de sacar cuatro de los últimos dieciocho puntos en juego y una de las razones que han llevado al equipo a esta situación. Solo la victoria sobre el Sevilla se salva en el desierto que es últimamente el Celta en su estadio.