Ya ves Rubén cómo implantando una mentira se gana dinero enseñando en el fútbol. Y tienes mucha razón cuando dices: "€el portero tiene que parar y evitar goles". Y yo añado: "Siempre dentro de los cánones del buen guardameta". Y no por haberte enfrentado a grandes jugadores, como hace ver el periodista en la entrevista, en la que hace referencia a dos jugadores que para él serán de los más grandes, pero nunca los mejores. Porque al fútbol, en un equipo de once jugadores, se tiene que jugar como uno solo, y no como Messi y menos como Cristiano Ronaldo. Pues Messi es, en verdad, el mejor goleador que vi en todos mis 85 años de fútbol hasta ahora, porque sabe y busca posicionalmente la zona del tiro, con el que, en el preciso momento, sabe sorprender al portero, al no esperarlo, éste, por el lado elegido, de siempre, por él jugador. Lo cual nunca lo había visto en fútbol, dado que el punto del disparo tiene que ser en el momento justo y en el preciso instante en el que el guardameta está completamente vencido para poder reaccionar. Ya que ese es el momento elegido que solo está en el saber de las botas del jugador argentino.

Pero a Messi hay que recordarle que sin sus otros compañeros de equipo no es nadie. Porque tiene que tener a su lado el "trabajador" incansable, que "robe" balones al contrario para él. Al hombre que le sepa colocar la jugada ante el gol y que él sobre todo sepa ser "generoso" con su compañero mejor situado para la jugada o para hacer el gol. En una palabra, saber jugar para los demás, que no sabe, porque le "ciega" el brillo de querer ser, como tú, el mejor. Por muchos cinco balones de oro que le hayan "regalado", como el mejor jugador, ya que lo único que tenía que recibir era la bota de oro de los verdaderos goleadores del fútbol.

De Cristiano simplemente decir que un jugador de fuerza en salida y en carrera, con disparo fuerte pero sin control, en mis tiempos, que fueron los mejores hasta el momento de todo el fútbol mundial, nunca recibiría el balón que con toda justicia se le dio al gallego Suárez, cuyo saber lo supo ver y sacar de otro "genio" del fútbol como Kubala. El cual nunca recibió ese balón de "oro", como no lo recibió el más "grande", D iStefano, Puskas, Didi, Bobby Charlton, Beckenbauer, aquel Wilkes, del Valencia, y muchos otros muy superiores a Cristiano. Cuya gran injusticia quiero enmarcar en esta crónica, que no se le hubiese otorgado al mejor de todos los jugadores que he visto, en todos los terrenos, Iniesta. Que si no sabía "vender" lo que magistralmente plasmaba en el campo, como bien sabía hacerlo Suárez, con su elegancia, fue Iniesta, con diferencia, sobre todos el mejor. Incluidos los de la "memoria de la especie" como el "mago" Samitier, Ramón González, René Petit, el inglés Matws, Gamborena y muchos otros.

Ahora Rubén, vamos a saber cómo un buen guardameta da plena confianza a la defensa y a todo el equipo. Pero antes quiero que recuerdes: "Que está muy bien aspirar a ser el mejor, pero cuando se llega a ser, como muy bien tú dices, hay que ser el mejor en todas las facetas de un portero". Apartemos pues las "manoplias" y sepamos por qué no debemos jugar con ellas. Yo, en mis comienzos, también jugué con aquellas "manoplias" de goma, con unos diminutos flequillos que, según nos decían, frenaban el balón en las manos de los porteros que las usábamos. Lo que no era verdad, porque ningún guardameta de fútbol se hace, con seguridad, con un balón cuyas "manoplias" le impidan sujetarlo dentro del hueco de sus manos y frenarlo con la yema de los dedos. Era un "arma" ideal para el despeje de puño de los porteros, con el que casi siempre alejaban el peligro de su portal, que nunca terminaban de alejarlo. Pues el peligro existe hasta que el portero se hace con el balón, pero nunca cuando lo despeja y menos cuando rebota en él, como es costumbre ahora. Ya que el peligro sigue subsistiendo en ambas jugadas.

Cuando yo llegué al Celta, era el final de la era de las "manoplias", de los balones pesados, cuyos "pitorros" había que introducirlos, con todas nuestras fuerzas, en el interior del cuero, que luego se "cosían" con unas pequeñas correas, que siempre dejaban su huella, en las frentes o cejas de quienes los remataban de cabeza. Comenzaba la era de vendar las muñecas, rodeando los pulgares, como cuando los boxeadores se ponen los guantes, dejando libre los dedos para "atenazar", con ellos, mucho mejor los balones, ahora menos pesados, sin incómodos "pitorros" y correas.

El plantel de porteros que me encontré fue el de Simón, el portero que jugó más partidos con el Celta en Primera División pues, que yo recuerde, siempre jugó en esa división con el Celta hasta su retirada. Era uno de esos magníficos porteros de corta estatura que daban una gran seguridad al equipo, a pesar de su pequeña figura y aparente fragilidad. Al igual que Bustos del Sevilla, y Juanito Alonso del Real Madrid, la cual hacían olvidar con su siempre magnífica colocación en la jugada, su agilidad, con la que dominaban perfectamente el área, grande o pequeña, su valentía y sobre todo por hacerse siempre con el balón en todas las jugadas, aunque se lo tuviera que disputar a delanteros centros tan gigantes como Araújo del Sevilla, Badenes del valencia o a Martín del Barcelona. Solo tenía un defecto, para los clásicos, como los otros porteros citados, ser corto de estatura. Rubén, como puedes comprobar, siempre nos falta "algo" para ser el mejor, aunque yo diría el más completo.

Simón era un catalán, al que la guerra trajo hasta Galicia, concretamente a la provincia de La Coruña, donde fichó por el Deportivo y se casó en As Pontes, donde murió. Como no quiso ser uno de los eternos suplentes del gran Juanito Acuña, se vino al Celta cuando lo requirió su eterno rival, en el momento en que se había quedado sin un portero de garantía para la defensa de la meta céltica. Estaba casi al final de su carrera cuando compartí con él puesto y equipo para enseñarme algo fundamental para un portero de fútbol. Saber cómo el guardameta se tiene que hacer con un balón dando confianza y firmeza. Y para ello tiene que prescindir de las "manoplias", ya que impiden manejar las manos con la destreza necesaria. Lo cual puedes ver y analizar, muy bien, por la televisión, en la que comprobarás que son muy pocos, o tal vez ninguno, los porteros de hoy que sepan quedarse con seguridad con un balón, mostrando esa confianza que debe mostrar todo buen portero de fútbol.

Lo que me hizo ver y comprender, en un entrenamiento, el pequeño Simón pues, en mis comienzos, era un portero que no sabía detener un balón con la seguridad que se requiere: "Así no chaval, así no". Me dijo al ver que se me escapaba de las manos un balón fácil de retener. Y me mostró como tenía que hacerlo, colocando las dos manos haciendo un hueco, donde tenía que encajar el balón, mientras los dedos de las dos manos los colocaba como "garfios", y los dos dedos gordos, por detrás del hueco en el que tenía que encajar la pelota. Al tiempo que me explicaba.

-El hueco de las manos es el que tiene que hacer de "chupón" para que el balón quede bien encajado. Al mismo tiempo que se frena, con la yema de los dedos, la dureza del disparo, el cual es frenado definitivamente por los dos dedos gordos de las manos.

Así Rubén es como se hace con un balón, el portero que pretenda ser el mejor guardameta de la historia celeste. Y esto, quiero que no lo olvides, son muy pocos, incluidos porteros profesionales, que lo saben y pueden enseñártelo.