Otro de los apartados del "saber" del buen guardameta, no es lo que a uno le parece bonito o lo mejor que podía llegar a ser, como pretende el bueno de Rubén en su entrevista. Pues aquí le quiero recordar la definición que hizo Ortega y Gasset, del poder llegar a ser o a lo que aspiramos en la vida: "El hombre es su yo y sus circunstancias". Por lo que Rubén tiene que saber que nosotros queremos aspirar a ser algo en la vida, pero que tenemos unas circunstancias que vencer, si queremos lograr a lo que aspiramos.

Le recuerdo esto, porque en sus declaraciones hace constar que le gustaría ser el portero que más partidos juegue defendiendo la portería del Celta. Por lo tanto, en convertirse en el mejor portero de la historia celeste, lo que es una magnifica y digna aspiración. Pero para ello, no solo tiene que saber las dificultades que tiene que afrontar, sino beber en el cáliz del duro y amargo sabor del dolor de la vida. Y por la respuesta que me dio, a una observación mía, no fue la que dio el Apóstol, que sí estaba decidido y dispuesto asumir la verdadera amargura de ese dolor que encontramos, siempre, en el caminar por las duras sendas de nuestras vidas.

Yo, querido Rubén, al igual que Luther King, también tuve un sueño, la ilusión de querer ser, pero que no pudo ser porque una de esas circunstancias de la vida seguramente, me lo impidió. Recuerdo que fue en el descanso de un partido de Segunda División, en la que jugué los treinta partidos de la competición, ya que, como tú, Rubén, pretendía ser el mejor portero que más partidos jugase defendiendo la meta del Celta. Cuando se me acercó un hombre para pedirme que rompiera mi sueño. Aquella petición, tan inesperada para mí, me rompió el corazón ya que no podía negarle nada a quién me lo había dado todo. Pero, con lágrimas en los ojos y con un gran dolor de corazón, se lo negué, porque para mí era más grande mi ilusión que el agradecimiento.

Luego los años me enseñaron que estaba equivocado, pues aunque está muy bien aspirar a ser lo mejor en la vida, lo más importante no es llegar a ser, sino a que te recuerden de qué sigues siendo el mejor. Y esto me lo recordó uno de aquellos, tan queridos por mí, aficionados de Grada de Río,, un día que estaba fatigado por el peso de esos 85 años que ya empezaban a pesarme, cuando me senté en un banco de una gran superficie, en espera de mi mujer. Cuando mejor me encontraba, vi cóomo un hombre, un poco más joven que yo, se me acercó. Al verlo pensé: "Ya viene un pesado para hablar de fútbol".

Yo, siempre que me encontraba en una situación semejante, tenía la respuesta para escabullirme del "incómodo" aficionado que, como siempre, empezó preguntándome:

-Tú eres Padrón, ¿verdad?.

-No-, le respondí- Soy su hermano gemelo.

-¿Luego Padrón tiene un hermano gemelo?-, me respondió repreguntando, como todo buen gallego.

-Si-, le volví a contestar escuetamente.

-¿Y qué es de Padrón?-, insistió.

Yo quise responderle de la forma que siempre lo hago en dichas situaciones, pero al verlo tan humilde, y con esa mirada que dejaba entrever el cariño que tenía a mi figura como guardameta del Celta, no fui capaz de hacerlo y cambié mi contestación de siempre, con la que terminaba estas entrevistas, "¡Murió!", por la de aceptar que sí era el Padrón por el que aquel buen hombre preguntaba.

Entonces, con su respuesta, fue cuando supe, de verdad, el gran portero que seguía siendo:

- Fuiste el mejor, pero aún mejor persona.

No creo que a Simón, que fue el portero que más partidos jugó defendiendo la portería céltica, le dijeran nunca un halago tan bonito como este. Le recuerdo esto al bueno de Rubén porque en la entrevista le pregunté:

-¿Tú sabes qué haría si fuera entrenador del Celta?.

-No-, me contestó entre extrañado y curioso por mi pregunta.

-Pues ordenaría a Galeiro, el utillero, que quemara todas las manoplas con las que juegan los porteros.

El joven, aspirante a ser el mejor portero de la historia del Celta, se quedó un tanto incrédulo y sonriendo por lo que le decía. Y con la firmeza de saber de que yo no sabía lo que pedía, por lo que vi, ya que no prestaba atención a quién sabía más que él, por experiencia, años, partidos jugados y análisis profundo de lo que debe ser y saber un buen portero de fútbol, que muy pocos, incluidos porteros, le pueden enseñar. Así que, para intentar alejarse del mundo en el que viví, aprendí, y conseguí ser alguien "importante", futbolísticamente hablando, en ese mundo totalmente desconocido para él, me hizo el clásico gesto que hacen los que desconocen por completo la esencia de ese fútbol, que es la misma esencia del fútbol de hoy. Porque en el fútbol, hace ya mucho tiempo, que todo está inventado.

Y con su sonrisa de "niño bueno", me hizo ver que yo seguía viviendo en un mundo ya irreal, de otros tiempos. Sin percatarse de que el día sigue teniendo 24 horas, el año los mismos 365 días, y las estaciones nos siguen haciendo abrigar por el frío y la lluvia, que siempre han traído, y desabrigar por el calorcito de la primavera y el fuerte calor del verano.

Ante el clásico gesto del que desconoce e ignora el mundo en el que no vivió, pero sí alardear de un saber de un mundo en el que viven, sin saber que los conocimientos de ese mundo están basados en el diccionario del mundo al que desprecian. Que sin ese diccionario, su mundo es un mundo que el saber está en manos del "tumba burros" de los móviles de internet. Por eso hoy, los "listos" de ese mundo siempre llevan un móvil con ellos para saber lo que desconocen por sí mismos y cultura. Lo mismo que les pasa a los "entendidos" que no saben nada de fútbol, pues lo importante es presumir de lo que no se sabe.