Más que el punto obtenido en un Mendizorroza que Abelardo Fernández ha convertido en una fortaleza casi inexpugnable, el mayor y merecido botín del Celta ayer en Vitoria (0-0), en un partido de baja calidad, fue la imagen que mostró de grupo comprometido con su entrenador y con la idea clara de querer sacar adelante una complicada situación, que hoy puede devolverle a los puestos de descenso si el Villarreal da la sorpresa en el Metropolitano ante el Atlético de Madrid. Pero eso sería circunstancial y no restaría valor a las buenas sensaciones que ayer dejó el conjunto vigués en un campo donde en la élite solo había sumado dos empates tras diez visitas. Buenas y esperanzadoras sensaciones para seguir confiando en que dispone de una plantilla cualificada para continuar una temporada más en Primera División. Porque el punto sumado, además, estuvo acompañado de la buena nueva de dejar su portería a cero. Y ese es un mérito importante para el equipo más goleado de la categoría, a la espera de lo que le ocurra hoy al Levante con el Real Madrid. Con el empate sumado ayer, el entrenador portugués se ha ganado el derecho a preparar el compromiso que les espera a los célticos el domingo que viene en Ipurua. Miguel Cardoso se lo ganó a pulso ayer tanto como sus jugadores. Trasmitió pasión desde la banda para que nadie se durmiese, incluido un Juncà que volvió a repetir otra de sus habituales malas actuaciones. Y eso que Cardoso lo puso a jugar en una defensa de cinco, para que los tres centrales diesen libertad a los laterales y les ayudasen en la labor de carrileros cuando el Alavés buscaba sorprender con balones a las espaldas de la zaga céltica.

El plan defensivo que con tanto mimo había preparado Cardoso, y que tan mal encajó cuando lo desveló la prensa, fue clave ayer para aguantar a un rival que peleaba por alcanzar la cuarta plaza de la clasificación. Y tuvo ocasiones, incluso, para poder llevarse los tres puntos, pero sin Aspas andan escasos de acierto los célticos en ataque.

Además de presentarse con una defensa de cinco, Cardoso sorprendió ayer sentando en el banquillo a Jozabed (su jugador talismán) y a Beltrán para situar a Lobotka al lado de Okay Yokuslu. Pero la mayor novedad del once fue la presencia de Mathias Jensen. El danés, que solo había disputado 95 minutos con la celestes y no era titular desde el pasado 1 de octubre ante el Getafe, entró en lugar de Boufal, con Maxi Gómez como referencia más avanzada y con Brais Méndez partiendo desde la banda derecha para incorporarse en la media punta. Y al Celta le sentó bien el traje porque Hoedt estaba atento a todos los despistes de Juncà.

Aunque le costaba salir de la alta presión que los de Abelardo Fernández ejercían desde el arranque del juego por parte de Rubén Blanco o uno de los tres centrales, el Celta controló la situación y originó peligro por los costados. Así pudo llegar el primer gol. Juncà falló un pase a Jensen en el área del Alavés, el balón le cayó a Brais Méndez, que después de lanzar contra un defensa rival armó una chilena y el balón salió muy cerca del palo de la portería de Pacheco. El portero del Alavés, muy pendiente del juego, neutralizó varios balones en largo. Sin espacios en los que maniobrar cerca del área céltica, el equipo vitoriano buscó las ocasiones con los largos saques de banda de Jony. En uno de ellos acabó rematando Manu de cabeza por encima del larguero.

Con Del Cerro Grande siendo muy condescendiente con las faltas de los albiazules, que dejaron dolorido a Okay en una rodilla, el Celta se marchó al descanso con más posesión y menos faltas que el rival, dejando la sensación de que podría aguantar la jornada sin encajar goles y encontrar una ocasión que le diese los tres puntos con lo que afrontar con más optimismo las trece últimas jornadas del campeonato.

Con la defensa de cinco y con Okay y Lobotka en el doble pivote, el equipo de Cardoso mostraba la consistencia necesaria para pelear todos los puntos en juego. El Alavés no encontraba premio a su alta presión, aunque todo pudo cambiar con una pérdida de balón de Okay. Rubén Blanco desvió a córner el lanzamiento de Manu, el más activo rematador de su equipo.

Entonces, Cardoso decidió darle descanso al centrocampista turco y dio entrada en el campo a Beltrán, que en la siguiente jugada abrió para la carrera de Jensen. El remate final de Brais lo despejó Pacheco a saque de esquina.

Entonces, el entrenador del Celta recurrió al desequilibrio de Boufal en busca de la victoria. El marroquí entró por un Jensen que cumplió en su segunda titularidad. No se entiende que haya pasado tantas jornadas en la recámara.

Con los cambios, el Celta que el juegue fuese más abierto y el Alavés tuvo el gol en un remate a bocajarro del central chileno Maripán, pero apareció Rubén Blanco para salvar a su equipo de una nueva decepción en un partido con muy pocas ocasiones de gol. Tras un remate alto de Rolan, el colegiado permitió que Maxi Gómez cerrase con un gol un contraataque en el que el delantero uruguayo partió en posición de fuera de juego.

Sin Aspas, al Celta le resulta más difícil crear juego ofensivo, a pesar de que ayer lo intentasen en varias ocasiones jugadores como Okay o Hugo Mallo incorporándose al ataque. Brais Méndez ha perdido frescura sin el moañés al lado y Maxi apenas recibe balones para mostrar su potencial como rematador.

En Mendizorroza, al menos, el equipo de Cardoso fue capaz ayer de blindar su portería y sumar un punto de esperanza, que prolongará el proyecto de Cardoso al menos una semana más. Ese es el camino mientras Iago Aspas recurre a nuevos métodos de recuperación para que su gemelo le permita volver cuanto antes a la actividad para poner su talento al servicio de un Celta que vuelve a ser creíble.