En agosto, en un Memorial Quinocho que sirvió como presentación del equipo, el club celebró la ampliación de contrato de Hugo Mallo con una ceremonia muy especial: su investidura oficial como heredero de Manolo. El "Gran Capitán", enfundando el brazalete a Mallo, lo reconoció como hijo suyo. Y el marinense no se ha tomado esa responsabilidad como un simple gesto protocolario. Asume, siente y ejerce su rol, más en tiempos de crisis. En Pucela sacó el látigo para fustigar a la plantilla y ayer, tras vaciarse sobre la cancha, volvió a tomar la palabra para clausurar una fase de zozobra que no duda en relacionar en cierta medida con las incertidumbres que el mercado de invierno provocó en algunos compañeros. Sostiene: "Los agentes hacen mucho daño muchas veces".

Mallo, aquel chiquillo tímido que le tenía más miedo a los micrófonos que a los tacos del rival, ha aprendido a manejar sus declaraciones como otro instrumento en su trabajo. No frecuenta el estrado, pero sí lo emplea con contudencia. Sigue en esto los consejos de Quique de Lucas, su mentor. A Hugo hay que saber leerlo, incluso en esas declaraciones pospartido a las que la adrenalina suele restarles sustancia. Igual que reveló la desorientación de los jugadores bajo el mando de Mohamed, tras la derrota en Valladolid decidió vocear su disgusto con el clima del vestuario: "Ahora necesitamos de todos. El que no esté, fuera. Y ya está. Esto es complicado y va a ser más complicado aún. La gente que no esté preparada para soportar esta situación quizá no deba estar aquí". Añadía su apoyo a Cardoso: "No hay dudas con el entrenador".

Mouriño, aunque las consideró algo exageradas y descartaba las interpretaciones más negativas de lo dicho por Mallo, avaló su autoridad moral: "Es uno de nuestros estandartes y pide sacrificio a sus compañeros. Es un gran jugador, un gran capitán y una gran motivación para todos". Posiblemente el apoyo de Mallo a Cardoso haya sido otro elemento sobre la mesa a la hora de aplazar su despido.

Faltaba comprobar el efecto de la regañina de Mallo. Por si acaso, el marinense sostuvo su postura con una gran actuación. No está siendo una buena campaña del lateral diestro. Ha jugado con molestias en la rodilla en ocasiones. Pero ayer se mostró fresco. Recorrió 11,2 kilómetros arriba y abajo; cortó balones rivales sobre el abismo y ganó la línea de fondo. Y apenas era capaz de camuflar su sonrisa mientras antedía a las preguntas de BeIN. "Estamos haciendo muchas cosas bien en muchos partidos, pero nos faltaba esa maldad, ese oficio. Siempre empezábamos ganando y al final nos remontaban", analiza. "El equipo, en los momentos malos, ha dado un paso al frente ante un gran rival como es el Sevilla. Y ahora no podemos ver para atrás, tenemos que ver hacia delante".

Mallo se acercó a la grada de Siareiros y regaló su camiseta a un aficionado. Agradece el apoyo de la hinchada ya desde el bufandeo de la recepción en la llegada al estadio. "No estábamos respondiendo a la gran ayuda que nos da la afición. Hoy, en una situación complicada, nos han recibido de una manera que mejor imposible. Y qué mejor manera de darles otra confianza que con los tres puntos en casa", se ufana.

Espera que el triunfo constituya un punto de inflexión en la temporada, vinculado también al cierre de la ventana de fichajes y ventas: "Cortamos una racha negativa. Tenemos muy buenos jugadores, un gran equipo. Es cierto que el mercado de invierno nos ha hecho bastante daño. Los agentes hacen mucho daño muchas veces. Ya está, se acabó. Todo el mundo está pensando aquí. Y esto es lo que es el Celta, no solo el equipo sino el celtismo en general. Es Celta y afición. Esto nos lleva en volandas".