La temporada del Celta va camino de concluir en fracaso, después de que el club se mostrase más ambicioso que nunca en la proclamación de los objetivos deportivos. Los errores en la contratación del técnico y la mala planificación de la plantilla pueden acabar con el tercer periodo más largo de los célticos en Primera División.

"Este año veo que tenemos un equipo para poder aspirar a los puestos europeos", señalaba en octubre pasado Carlos Mouriño, presidente del Celta, cuyo club había invertido meses antes unos 27 millones de euros en fichajes, lo que suponía el mayor desembolso en refuerzos en la historia de una entidad deportiva con 95 años de existencia, de los que 53 los ha pasado en Primera. Sin embargo, el proyecto para este curso está en peligro. Seis años después de salvarse del descenso, el equipo celeste vuelve a instalarse en los confines de la clasificación, a un paso del infierno. Un gol de la Real Sociedad en el minuto 82 en Vallecas evitó que el Celta entrase en la zona roja.

Cambio de rumbo

Tras zanjar el contrato con Juan Caros Unzué, el Celta dio un giro radical en el perfil de entrenador que buscaba para afrontar la temporada 2018-19. El club entendió que Antonio Mohamed encajaba en la idea del técnico líder del vestuario y con gran personalidad que buscaban los mandatarios célticos para gestionar un vestuario que mostraba preocupantes síntomas de relajación después de alcanzar un año antes las semifinales de la Liga Europa ante el United.

Entrenador inadecuado

El cambio de entrenador también suponía una modificación radical sobre el estilo de juego por el que el equipo había apostado en los últimos tiempos. Mohamed se mostraba más identificado con el manual de fútbol directo que planteaba su compatriota y amigo Diego Simeone que con la propuesta de mayor elaboración con el balón que proponía la escuela de Can Barça que tanto aprecio había generado en el Celta de Mouriño. Al club no pareció importarle en aquellos momentos que ni la plantilla ni los fichajes fuesen acordes al pensamiento de un Mohamed que carecía de experiencia profesional en el fútbol europeo. Después de ocho jornadas, Cardoso tampoco parece controlar la situación y el equipo ha emprendido una carrera suicida hacia el abismo. El recambio en el banquillo ha supuesto otro bandazo del club en menos de medio año.

Plan fallido

La destitución del técnico argentino a principios de noviembre suponía un fracaso profesional del propio Mohamed, después de ganar títulos en México. Además, dejaba al descubierto una deficiente planificación de la dirección deportiva de Felipe Miñambres. La plantilla había sido confeccionada con demasiados jugadores para afrontar una temporada en la que el equipo participaba solamente en dos competiciones, aparte de que la descompensación en las líneas del equipo eran muy evidentes en el arranque del curso en agosto. El conjunto vigués presentaba un exceso de centrocampistas (hasta ocho para tres puestos), mientras carecía de recambios en posiciones específicas de ataque y en las bandas.

Paciencia limitada

Los malos resultados del arranque del campeonato, unido a los problemas de Mohamed para ensamblar un equipo que jugase al nivel de los últimos años, acabaron con la paciencia de Mouriño. Como en la etapa en Segunda División, el club volvía a mostrar poca paciencia con los responsables del banquillo. Se asumía el error de apostar por el técnico equivocado con tiempo suficiente para solventar la situación. Solo había que acertar en la siguiente elección. El Celta ya ha consumido un comodín para intentar enderezar el rumbo del equipo. Ahora mismo, Cardoso presenta peores números que su antecesor y los puestos de descenso son una amenaza cada vez más próxima.

Plantilla descompensada

Mohamed, sin embargo había tenido que asumir la situación de algunos futbolistas que continuaron en la plantilla porque el club no les había encontrado una salida en el verano. No contaban para el nuevo proyecto, pero había que ofrecerles una ficha profesional. El caso más evidente era el de Nemanja Radoja, enfrentado al club por no querer renovar y rechazar varias ofertas. Mazan, Jozabed y Hjulsager tampoco entraban en los planes, aunque la situación de estos tres futbolistas iría modificándose con el paso de las semanas. Hasta cuatro jugadores tenían que resignarse a la suplencia. El cambio de entrenador modificó esta dinámica. Jozabed se convirtió en pieza clave para Cardoso, que prescindió de Cabral y Roncaglia y apostó por David Costas.

Flojo papel de los fichajes

Siete incorporaciones acometió el Celta en verano para reforzar la plantilla. El club continuó con su política de contratar jóvenes con proyección. Por el momento, el rendimiento general es deficiente, pues únicamente tres de los fichajes han mostrado un nivel aceptable: Néstor Araújo, Okay Yokuslu y Fran Beltrán. Fue efímero el paso de Júnior Alonso por Vigo. Se marchó a principios de enero, días antes de que el equipo se viese más escaso de efectivos en defensa con la baja por lesión de David Costas y las intenciones de Facundo Roncaglia de poner fin a su etapa en el Celta. Sofiane Boufal y David Juncà son titulares pero no acaban de rendir al nivel esperado. Mathias Jensen es un caso extraño. Las lesiones musculares no le han permitido alcanzar ritmo de competicion, pues solo ha disputado un partido. Ya recuperado, resulta incomprensible que Cardoso ni siquiera lo incluya entre los convocados. Necesita entrar poco a poco en la dinámica del equipo, pero viendo los partidos en casa resultará muy complicado justificar el interés que el Celta mostró desde hace tiempo por el centrocampista danés, además de la inversión económica realizada. A pesar de la elevada inversión en fichajes, las nuevas incorporaciones no alcanzan las prestaciones de quienes abandonaron el club el pasado verano. La plantilla ha rejuvenecido unos meses, pero ha perdido el valor de la experiencia que ofrecían jugadores como Pablo Hernández, Daniel Wass, Jonny Otto o Sergi Gómez, con muchas actuaciones en la élite. A ellos hay que sumar Radoja, presente en la plantilla pero sin posibilidades de jugar por imperativo del club.

Gestión del banquillo

Antes incluso de presentarse como entrenador del Celta, Mohamed declaró desde Argentina su convencimiento de rescatar a Emre Mor para el fútbol. El segundo fichaje más caro de la historia del club no podía pasarse otro año en blanco. El atacante turco perdió pronto la confianza de Mohamed, como antes la de Unzué y ahora la de Cardoso. El portugués, sin embargo, fue al primero que eligió el sábado como recambio para intentar salvar el partido contra el Valencia. Mor ha ido de la grada al banquillo en función de las horas que le dedicase a los videojuegos durante la semana. Al Celta le resultará difícil recuperar parte de los alrededor de 12 millones de euros que pagó al Borussia Dortmund por el turco. A pesar de contar con una de las mejores parejas de goleadores de Europa, el Celta pasa por un momento delicado. Todo surgió por una mala planificación.