El Celta de Miguel Cardoso obtuvo ayer un triunfo de mucho mérito en Villarreal (2-3), tres puntos que le impulsan en la tabla, muy cerca de los puestos europeos, y que le garantizan un tranquilo final de año tras el fracasado proyecto de Mohamed. Sin embargo, la segunda victoria consecutiva de los célticos con el técnico portugués peligró después de protagonizar una gran exhibición de juego, dirigido por un extraordinario Brais Méndez, que marcó su cuarto tanto de la temporada y dio dos asistencias de gol: a Maxi y a Okay. Sin embargo, un error de Rubén Blanco en el minuto 82 permitió recobrar vida a un rival moribundo que marcó por partida doble en menos de cuatro minutos y llevó el desenlace a límites peligrosos para la salud cardiovascular.

El Estadio de la Cerámica se rindió ante los setenta minutos primorosos que ofreció el conjunto celeste con el balón y que justificaron la discutible apuesta de Cardoso de obviar la Copa para centrarse en la competición regular, donde el Celta coqueteaba peligrosamente con los puestos de descenso. El técnico de Trofa ha demostrado en menos de un mes en el cargo que no teme al riesgo cuando se trata de defender sus ideas. Tuvo que rectificar en la suplencia de Maxi para que Aspas fuese la única referencia en ataque, pero le salió bien recurrir a los suplentes en Anoeta para llevarse una victoria en una plaza tan complicada como Villarreal, de donde los célticos se marcharon con una goleada el curso pasado (4-1).

El equipo de Calleja, sin embargo, luce más este curso con los nombres de sus jugadores que con el fútbol que practica con el técnico madrileño. Para intentar frenar a los Cazorla, Fornals, Trigueros, Gerard Moreno o Chukwueze, el Celta se presentó ayer con el mismo once que superó al Huesca en Balaídos y con el que Cardoso perseguía su primera victoria a domicilio, además de poder romper una racha sin ganar fuera desde la visita al Levante, en la segunda jornada del campeonato.

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Y como ha prometido el preparador portugués, el Celta apareció en el antiguo El Madrigal con ganas de tomar la iniciativa en el juego, de romper líneas rivales con combinaciones de billar francés y de buscar los temibles remates de Aspas y de Maxi Gómez, una pareja que suma más goles (ahora 18) que muchos equipos de la categoría, incluido el Submarino Amarillo, que se vio superado en los primeros veinticinco minutos. El palo salvó al equipo castellonense de encajar el primer gol tras un doble remate de Brais Méndez. El centrocampista de Mos está protagonizando un final de año 2018 inolvidable, que le ha catapultado al estrellato. Y después de estrenar la internacional, ayer regresaba al club que le acogió en su etapa de formación durante dos años, y quiso dejar constancia de su indiscutible clase.

Ese sería el primer aviso del canterano céltico, mientras Rubén Blanco apenas había recogido de la línea de fondo un par de balones que salieron fuera de su portería. El Celta cedió el dominio al Villarreal durante diez minutos, pero el equipo de Calleja es tan elegante en sus formas como ridículo en la resolución de jugadas. Y el único que creaba peligro era el Celta, que a los 32 minutos tuvo otra clara ocasión para abrir el marcador, pero el disparo de Aspas al palo largo no encontró portería, como tampoco la doble ocasión del moañés y de Boufal. Tras el lanzamiento fallido de Gerard Moreno desde la frontal, el Celta dio cuenta de un Villarreal que sufría ante el dominio en el centro de campo de Okay y Jozabed. Boufal controló en la zona de tres cuartos, habilitó hacia la izquierda para Aspas y el moañés dio una asistencia para que Brais Méndez rematase en carrera con el interior y enviase el balón pegado al palo de la portería de Asenjo, que se vio sorprendido por el remate del céltico.

El Celta marcaba a un minuto del descanso, en esos momentos del partido que más daño causan en la moral del adversario, que buscó soluciones en el banquillo para remediar la avería cuanto antes. Calleja prescindió de un centrocampista, Trigueros, para reforzar el ataque con Ekambi, que el miércoles había marcado cuatro goles en la Copa al Almería.

La apuesta resultó nefasta para el Villarreal, que nada más arrancar el segundo tiempo recibió el segundo golpe. Brais Méndez ejecutó una falta lateral para la cabeza de Okay, que se estrenaba como goleador del Celta.

Con el rival aturdido y sin control en el centro del campo, el equipo vigués se convirtió en una máquina de juego casi perfecta. Su once al completo parecía una selección de LaLiga. Y en esa fiesta celeste no podía faltar el gol. El tercero también llevó una parte del talento de Brais Méndez. El mosense hizo un maravilloso control orientado para librarse de su marcador y poner en bandeja un pase a Maxi Gómez para que el uruguayo fusilase a Asenjo con un lanzamiento cruzado.

Maxi y Aspas pudieron ampliar la goleada ante un Villarreal hundido y que recurrió a Bacca en busca de un gol que maquillase una derrota que podía poner incluso en peligro a Calleja.

El partido se enturbió con faltas, cartulinas amarillas y un aparatoso golpe en la cabeza de Jozabed, en un choque contra Okay, que rompió de pronto la estabilidad emocional del Celta. Cuando faltaban ocho minutos para la conclusión, Rubén Blanco recogió con la mano en su área una cesión con el pie de Cabral. La falta indirecta a la altura del punto de penalti la aprovechó Bacca para acortar diferencias en el marcador. El equipo vigués entró en pánico y en el siguiente ataque amarillo Juncà rompió el fuera de juego del delantero colombiano, que marcó de cabeza su segundo gol. Quedaban todavía por jugar cuatro minutos, más los siete que el árbitro añadió por las continuas interrupciones. El Celta evitó el ridículo porque el remate de Gerard Moreno en el minuto 91 se estrelló en el palo. Los de de Cardoso obtenían con más sufrimiento del imaginado tras el 0-3 un triunfo para relanzarle en la clasificación y consolidar una apuesta futbolística muy interesante.