Al Celta le han sentado bien generalmente los cambios de entrenador en plena temporada. Ahora prepara el decimoctavo recambio en el banquillo a lo largo de sus cincuenta y tres campañas en Primera División. El balance de los diecisiete relevos restantes es positivo: ocho técnicos mejoraron los resultados de sus antecesores, siete los igualaron y solamente dos los empeoraron. El siguiente en engrosar esta lista es Miguel Cardoso, que la semana pasada relevó a Antonio Mohamed y ya prepara su debut como técnico celeste, que tendrá lugar el lunes próximo en Anoeta frente a la Real Sociedad (21 horas, Gol TV).

Antonio Mohamed, antecesor del portugués, fue destituido con el equipo clasificado fuera de los puestos de descenso. Pero el argentino no fue el primero en perder su trabajo en estas circunstancias. Antes les ocurrió a Miguel Ángel Lotina (17º en la Liga 2003-04), a José María Maguregui (7º en la 1987-88) y a Roque Olsen (10º en la 1969-70), según la cuenta de Twitter Afouteza e Corazón. Mohamed sigue el camino de Paco Herrera y Fernando Vázquez, de los que también prescindió Carlos Mouriño en plena temporada.

En cuanto a la brevedad de la permanencia en el cargo, Mohamed tampoco se lleva la palma. Ese récord lo estableció su compatriota Carlos Aimar en el curso 1995-96 cuando tras cumplir ocho jornadas al frente del equipo celeste fue reemplazado por Fernando Castro Santos. El técnico gallego ostenta el mejor avance clasificatorio en la historia del club en la máxima categoría. A su llegada al banquillo de Balaídos, el Celta ocupaba la vigésimo primera plaza (la crisis de los avales obligó a que la Liga la disputasen 22 equipos) y finalizó la temporada undécimo.

A la brevedad de Aimar le sigue la de Karoly Platko. El entrenador húngaro solamente dirigió 11 partidos del Celta en la temporada 1945-46. Armando Márquez mejoró dos puestos al final del curso para dejar a los celestes en la décima posición. Mohamed dirigió doce jornadas al equipo vigués, al que dejó en la decimocuarta posición.

En esta ocasión, el club se decantó por un cambio en la dirección deportiva al no seguir creyendo en el trabajo del técnico argentino. La amenaza del descenso, por lo tanto, no siempre ha estado detrás de los relevos en el banquillo celeste. Por ejemplo, el que se produjo en la campaña 1987-88 sorprendió a todo el celtismo. Maguregui estaba realizando una excelente temporada con el Celta, al que tenía situado en la séptima posición. Sin embargo, el técnico vasco abandonó Vigo ante la suculenta oferta económica que le realizó el controvertido Jesús Gil para que dirigiese al Atlético de Madrid. Una vez más, los célticos echaron mano de Pepe Villar para que el entrenador de la casa dirigiese las últimas ocho jornadas del campeonato. Con el vigués al frente, el Celta conservó esa privilegiada plaza.

Un año antes, Villar también tuvo que acudir al rescate de su equipo después de destituir a García Traid. Ese curso fue de los más movidos en el banquillo celeste, pues el preparador zaragozano suplió al vigués Félix Carnero en la decimocuarta jornada.

Maguregui regresaría a Vigo dos años después. El curso 1989-90 también resultó agitado. José Manuel Díaz Novoa tuvo que ceder la batuta a Delfín Álvarez y éste al vasco tras diez jornadas al frente de un Celta que finalizó en la decimoctava posición y perdió la plaza en la máxima categoría.

La temporada 2003-04 también resultó convulsa, pues Miguel Ángel Lotina fue destituido con el equipo disputando la Liga de Campeones por primera vez en su historia. En la Liga, los célticos rondaban los puestos de descenso, a donde los llevó Radomic Antic. El balcánico dirigió ocho encuentros y Moncho Carnero, junto a Rafa Sáez, intentó evitar lo imposible.

Los últimos precedentes de destituidos en Primera División son Fernando Vázquez y Paco Herrera, después de que ambos lograron primero el ascenso a la máxima categoría. Resultó fallido el intento de reflotar al equipo con Hristo Stoichkov. Fue un éxito inesperado el de Abel Resino, que llegó a las últimas jornadas de Liga con un 4 por ciento de opciones de evitar el descenso. Alcanzó el éxito en el último instante, en un final de infarto.

Cinco años han pasado desde la última vez que el Celta cambió de entrenador en plena temporada. La experiencia ha sido positiva en líneas generales.