Fabián Orellana regresaba ayer a la ciudad donde su fútbol brilló con más intensidad. Se temía en Vigo la presencia del chileno, pues se conocen sus virtudes para desequilibrar partidos y meter en mayores problemas a un rival que se presentaba en un delicado estado anímico y en el que se cuestionan los métodos del entrenador. Escorado a la banda derecha del ataque del Eibar, Orellana se presentaba en el partido como una gran amenaza para David Juncà, un lateral que brilla más como carrilero que como lateral. Pero el catalán le ganó con claridad el pulso al chileno, que abandonó el estadio sin dejar ni un solo detalle de su calidad técnica.

Después de convertirse en uno de los protagonistas del último ascenso del Celta y de formar una demoledora delantera con Aspas y con Nolito, Orellana tuvo que abandonar Vigo en enero de 2017 por imposición de Berizzo debido a una falta grave de disciplina. Era la primera vez, desde aquel incidente, que el chileno regresaba al lugar donde desplegó su mayor talento.

Juncà le superó en todas las facetas del juego. Apenas le dejó tocar balones, le ganó los duelos individuales y dejó roma la banda derecha del ataque del equipo de Mendilibar. Es más, el zaguero céltico cumplió con sus labores en la retaguardia y tuvo fuerzas para sumarse al ataque y servir una excelente asistencia para que Iago Aspas abriese la goleada del Celta ante el conjunto armero.

Cuando Orellana tocó el primer balón, su amigo Aspas ya había dejado en la portería de Riesgo la primera de sus dos obras de arte de la tarde. En este primer intento, el dorsal 14 del Eibar falló un pase a la frontal del área del Celta.

Cuando Juncà no llegaba en el repliegue, aparecía Facundo Roncaglia para impedir el lucimiento de su excompañero.

A los veinticinco minutos, Orellana desperdició una buena ocasión de gol al lanzar fuera cuando tenía franco el camino hacia la portería de Sergio Álvarez. Aunque la más clara oportunidad del chileno llegó en el minuto 7, pero también mandó desviado el balón en la finalización de una contra de los eibarreses. Minutos antes, el chileno libró la última batalla con Juncà, con el que coincidió media temporada en Ipurua. Ambos acabaron en el suelo en el enésimo intento de Orellana de superar ayer a su marcador. El chileno protagonizó un regreso a Vigo sin sustancia.