Ricardo Antonio Mohamed Matijevich (Buenos Aires, 1970) cumple hoy 100 días al frente del Celta, donde protagoniza una trayectoria que se asemeja más a una montaña rusa que al tobogán o al trampolín que esperaba encontrarse el Turco en su primera experiencia europea como técnico después de triunfar en México y Argentina. Convenció su discurso de construir un Celta que fuese siempre protagonista y ambicioso, con un fútbol ofensivo y presionante que acabase además con la sangría de goles en contra que tanto daño causó en la temporada anterior. El paso de las jornadas ha puesto al descubierto una realidad distinta a la prometida por el técnico argentino, cuestionado por una parte de la afición mientras el club renueva públicamente la confianza en quien los resultados ya no le acompañan y que ha comenzado a cuestionar la planificación de la plantilla. En los dos próximos partidos, ambos en Balaídos, frente al Alavés y el Eibar, se podrá calcular mucho mejor si la trayectoria de Mohamed en Vigo será amplia o breve.

a medio camino

Cuando el juego plantea dudas, el resultado se convierte en una referencia importante de un equipo. El Celta arrancó el curso con el objetivo unánime de todos sus estamentos de pelear por una plaza europea. Ahora mismo es décimo, a seis puntos del líder y a cinco del colista. Sin embargo, Mohamed logró situar a los célticos en la tercera plaza de la clasificación tras sumar 7 puntos de 9 posibles. El triunfo ante el Atlético de Madrid (2-0) provocó el momento álgido, una gran efervescencia en el celtismo. Pero esos buenos resultados originaron un efecto gaseosa. Después, el Celta fue perdiendo gas y ya acumula cinco jornadas sin ganar (3 empates y 2 derrotas).

comparaciones

Los óptimos resultados iniciales llevaron a situar a Mohamed entre los técnicos con mejor arranque de temporada en los últimos tiempos. Era la cuarta vez en dos décadas que el Celta sumaba 7 puntos en las tres primeras jornadas de Liga y los registros del Turco eran comparables a los de Irureta, Víctor Fernández, Lotina o Berizzo. Pero todo comenzó a cambiar con la derrota en Girona, tras el primer parón de Liga por los compromisos de las selecciones. Y después de ocho jornadas de campeonato, Mohamed ya presenta peores números que su antecesor, Juan Carlos Unzué. Ahora suma 10 puntos, uno menos que el año pasado. Ello supone una importante losa para un proyecto que buscaba mejorar sensaciones y posiciones en la clasificación general de LaLiga.

¿Cuestionado?

"Todos los entrenadores están cuestionados", respondía la semana pasada al diario Marca un Antonio Mohamed que lleva fuera de Vigo más de una semana, después de participar en un curso de entrenadores en Las Rozas y viajar a Argentina. En sus declaraciones no busca excusas. Tras el partido en Valencia, el argentino reconoció públicamente que se había equivocado con un planteamiento táctico "horrendo" en la primera mitad que trató de mejorar en el descanso. También consideró lógica la bronca despedida que una parte de la afición dedicó a él y al equipo tras empatar contra el Getafe. "Está bien que el público se enoje porque no estamos siendo capaces de ilusionar a nuestra afición", dijo desde la sala de prensa de Balaídos. Días más tarde reprochó a los medios de comunicación: "A nosotros no nos salió en dos partidos y es como si hubiese entrado en Rosalía de Castro con una ametralladora y hubiese matado a diez personas. Me sentí así". El entrenador que había sido noticia en el debut liguero por su imagen -traje entallado, gafas de sol y zapatos con puntera-, mostraba su malestar por las críticas a la gestión de la plantilla celeste.

Margen de confianza

El presidente Carlos Mouriño pidió paciencia públicamente para Mohamed, aunque parte de la directiva cuestionaba ya la gestión deportiva del argentino con una plantilla en la que se han invertido 26 millones de euros -récord en la historia del club- y que consideran capacitada para mantener al Celta en la parte alta de la clasificación. La afición, en una encuesta realizada por este diario, también concedía un margen de confianza para Antonio Mohamed. En general, el celtismo desaprueba la gestión del equipo por parte del técnico argentino, pero cree que merece el beneficio de la duda y un margen mayor de confianza para adaptarse a un campeonato que desconocía.

Trampolín o tobogán

Antonio Mohamed, quien prefiere que en Vigo se obvie su apodo del Turco, por las connotaciones con el eterno rival coruñés, siempre soñó con triunfar en el fútbol europeo. No lo pudo conseguir como jugador, a pesar de su éxito en Argentino y en México y un fichaje frustrado a la Fiorentina italiana, y ahora quiere intentarlo como entrenador. En unas declaraciones al diario Clarín, Mohamed explicó que en Vigo pasó a ganar la mitad de sueldo que en México. "Quiero hacer carrera aquí. Para mí, Europa va a ser un trampolín o un tobogán". De momento, su experiencia en el equipo de Balaídos va como una montaña rusa. En un futuro quiere volver a entrenar en Argentina y acabar como presidente de Huracán, el club de sus amores. En México, donde conquistó títulos con Tijuana, América y Monterrey, se le cita como candidato a dirigir la selección azteca. Él se decanta por su compatriota el Tata Martino para ocupar ese cargo.

una imagen popular

Después de cien días en Vigo, quien resaltaba que nadie lo reconoció cuando se presentó el julio pasado en A Sede del Celta para firmar por una temporada, más otra opcional, se ha convertido en una figura popular en el fútbol español, sobre todo por una imagen que no pasa desapercibida. Así ya era Mohamed como futbolista: con mechas o teñidos en el pelo y añadiendo calentadores a la equipación.

Incertidumbres

Pero en el Celta se le valorará por su trabajo con un equipo que genera muchas dudas, que carece de un plan definido de juego, que mantiene las mismas impericias (muchos goles en contra) y mengua sus mejores capacidades (acumula menos tantos a favor que el curso pasado). En estos cien días al frente del equipo vigués, Mohamed provoca incertidumbre como gestor de una plantilla que, por momentos, actúa con desquicio y sin capacidad de respuesta.