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Posesión infernal

El Celta cae cuando más manejó el balón ante el equipo de un "hijo" de Cruyff que sorprendió jugando a la contra

Iago Aspas, presionado por Douglas Luiz. // LOF

El fútbol es un juego de deseos contrariados. Antonio Mohamed se imaginaba un comienzo tortuoso y lo tuvo fulgurante. Anhelaba el primer parón liguero para completar su obra y en realidad se la ha estropeado. Pero incluso en un encuentro gris, en una derrota justa en la suma final de los merecimientos, se distinguen razones para confiar en el proyecto. El técnico buscó diferentes soluciones, en una dinámica de ensayo y error que tiene sus peajes pero que también prueba su flexibilidad. Y existen recursos sobrados en la plantilla para mantenerse con opciones cuando la situación puntual de un partido invita a perder la esperanza.

el inesperado eusebio

Quizás es todavía demasiado pronto para sacar conclusiones rotundas o quizás es una tendencia clara: el Celta siempre ha hecho más daño cuanto menor ha sido la posesión del balón. En el duelo de engaños entre los técnicos, Mohamed quiso probar lo que tan bien le salió en las anteriores citas: buscar exactamente aquello que el adversario ansía. Y en este caso se suponía que un conjunto de Eusebio Sacristán debería asfixiarse sin la pelota, de la misma manera que el Atlético de Madrid se ofusca con ella. Pero fue Eusebio el que sorprendió reinventándose: un hijo de Cruyff, jugando a la contra.

entre dos fases

Tuvo un buen arranque el Celta en el manejo del balón, pero ya insinuando la fragilidad que el Girona podía explotar. Stuani y Portu saben explorar ese espacio entre líneas que al conjunto celeste le cuesta cerrar cuando le falla la primera fase de presión adelantada. Ese momento de transición en el repliegue es por lógica el momento más peligroso y a la vez el más complejo. Será una de las tareas a las que Mohamed deba dedicar más tiempo en las próximas semansa de trabajo.

un sistema en duda

Todo entrenador tiene una pasión que sólo él entiende o que al menos el entorno no comparte en general con la misma intensidad. Roncaglia es ese jugador especial para Mohamed, que ha elegido un dibujo defensivo en función de la salud del argentino: de cuatro atrás sin él, de tres centrales con él. Ciertamente Roncaglia cimentó buena parte de su carrera anterior a Vigo, incluso con la albiceleste, sobre esa función de "stopper". Pero la confianza de Mohamed llegó al punto de sacrificar a Júnior Alonso, más natural como zurdo, y reubicar a Roncaglia por la izquierda cuando quiso alterar la estructura tras el descanso. Con el infortunio de que el pie cambiado de Roncaglia propició la contra del 3-1. Más allá de este error puntual, la expulsión y presumible sanción de Cabral cuestiona la continuidad del sistema de tres centrales ante el Valladolid. ¿Confiará Mohamed en David Costas?

La alternativa inexplorada

Lo que ha demostrado Mohamed es lo que anunció desde el inicio: es un entrenador pragmático, sin sacramentos inviolables en su ideario ni cabezonería en sus apuestas. Casi se hace extraño ver en estos días a un entrenador que realiza cambios en el descanso. Cambios además que implican una modificación táctica. No le salió bien la carga suicida del 4-2-4 ante un Girona bien pertrechado atrás. Lo que de momento el entrenador no ha considerado, salvo puntualmente para clausurar los encuentros, es un 4-3-3 que reúna a Okay, Beltrán y Lobotka.

lobotka y aspas

Cada disposición táctica y estilística potencia a unos jugadores y adelgaza a otros. Y en septiembre suele suceder que se confunden los estados de forma con las consecuencias estructurales. Pero de momento las cuatro jornadas dejan, en la victoria y en la derrota, incluso más allá de la producción goleadora, dos asuntos de debate: ¿Iago Aspas se siente incómodo o todavía paga el ajetreado verano? ¿Será capaz Lobotka de construir una sociedad con Beltrán en la que los dos luzcan o la llegada del madrileño necesariamente opaca a Lobotka (destinado en principio a descolgarse más en ataque)? Porque lo cierto es que aunque uno marcó y el otro proporcionó una asistencia, ninguno se acercó ayer al rendimiento que el Celta necesita.

el juego aéreo

Otra paradoja: el equipo que ante el Atlético se sintió peligroso en el juego áereo a favor e invulnerable en el contrario encajó ayer dos goles en balones colgados, uno de ellos de córner. Pero aquí no se debieran desmontar enseguida las conclusiones positivas de las primeras jornadas. Porque los goles de Stuani y Alcalá fueron cosa de centímetros y centésimas, mérito también de los jugadores locales, y no descomposición de una marca individual o colectiva bien emplazada en ambos casos.

un nuevo examen

Cada rival le ha planteado un reto distinto a un Celta que sigue siendo un proyecto nuevo, en construcción. Ahora llegará a Balaídos el Valladolid, un rival que basa sus esperanzas de permanencia en hacerse difícil de masticar. Otro examen para Mohamed. Resultará interesante saber qué aplicación escoge de su amplio catálogo.

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