Borja Iglesias ha abandonado definitivamente el territorio sentimental del celtismo. Cesura previsible. Titular como le corresponde a un fichaje de diez millones de euros, en el minuto 12 el Borja blanquiazul ya había superado al Borja celeste en participación en Primera División, limitado a aquella efímera aparición en Sevilla. Pero este nuevo capítulo en su carrera se abre con la constatación de un divorcio.

Borja fue ídolo futurible, mesiánico, el ariete inminente. Una reclamación a la directiva y una queja por su venta. El relato giró después, en ese reparto artificial de papeles entre buenos y malos. El santiagués, tan activo en redes sociales, tan accesible, estuvo más sincero que astuto. Confesó que jamás se planteó quedarse en el Celta tras su cesión al Zaragoza. Anticipó que celebraría un gol si marcase, aunque de forma respetuosa. La devoción, como tantas veces en el fútbol, se transformó en aspereza. Se silbó su nombre en la lectura de las alineaciones. Se le silbó directamente en sus intervenciones más señaladas. Y el abucheo arreció cuando Rubi lo sustituyó en el minuto 71. Camino de la banda, también hubo celtistas que lo aplaudieron con fuerza y en pie, intentando imponerse al ruido. Borja, el máximo goleador histórico del Celta B, queda como promesa inconclusa y controversia.

El delantero, en esos setenta minutos, mostró sus cualidades y también que aún necesita aclimatarse a la máxima categoría para que luzcan. Trabajó bien de espaldas. Buscó el duelo en velocidad con Cabral. Sergio se le anticipó en un balón que le cayó a los pies en el área en la primera mitad. En la segunda disparó ligeramente desviado desde la frontal. En total, dos remates sin tino, ocho pases acertados y seis fallados, tres faltas recibidas y una cometida.

"Se ha ganado pisar la Primera División, un jugador que mete 22 goles en Segunda, treinta y pico en Segunda B... Se ha ganado la oportunidad. Es una persona humilde y seguro que lo va a aprovechar", comenta Rubi, quien lo sedujo para fichar por el Espanyol. Valora su recibimiento: "Somos profesionales. La gente que en su día no quedó contenta con Borja es libre para manifestarlo. Solo digo que es un chaval excepcional, muy buena persona, un buen jugador. Para nada tiene ningún tipo de rencor hacia su tierra o este club. Él ha entendido que con nosotros podía tener más posibilidades y cualquier persona que pensase así habría hecho ese cambio".

Al Panda se le notan las sempiternas ojeras algo más pronunciadas por la tristeza. "Tenía muchos sentimientos. Era un partido a nivel emocional para mí con una carga importante. Es cierto que de inicio me ha costado un poco. He ido creciendo", valora. Sereno, sentido, convencido: "Cada uno tiene que dar su opinión, que es totalmente respetable. Sinceramente estoy muy contento de la decisión que he tomado. A partir de ahí al que le parezca bien, bien; al que no, lo siento. Cada vez que me he puesto la camiseta del Celta la he defendido a muerte. He demostrado que tenía la capacidad para estar donde creo que me merecía y no he tenido la oportunidad. A partir de ahí tomé la decisión de salir y estoy muy contento de haberlo hecho. Aquí se ha apostado fuerte por mí, se me ha transmitido mucha confianza".