En el arranque de la etapa de Mohamed la conclusión más clara que se pueden extraer a estas alturas del verano es que los jugadores están tiesos. Y así a cualquier equipo le cuesta pensar. No sorprende por lo tanto la falta de ideas y de juego que mostraron en el primer partido de pretemporada que les enfrentó al Córdoba en Portonovo. Casi ninguna conclusión determinante sobre lo que pretende el técnico con el equipo, muchas buenas intenciones a la hora de tratar la pelota y apenas unas gotas de inspiración. Sobre todo las que brotaron del discontinuo Brais (situado de inicio en la línea de tres mediapuntas junto a Hjulsager y Emre Mor) y del pequeño turco. Como si la presencia de Boufal en la grada le diese un punto extra de motivación, Mor firmó las acciones más destacadas del equipo hasta que dos esfuerzos consecutivos y el atropello de un rival en el medio del campo le hizo saltar una de sus costuras en la ingle y pidió el cambio cuando estaba a punto de llegarse a la media hora. Después de la segunda voltereta entendió que ya tenía suficiente. En ese tiempo había dejado detalles sobresalientes como aquella acción en la que sentó a su marcador con un cambio de ritmo marca de la casa y estrelló luego el balón contra el portero o el caño que realizó a su marcador y que le permitió lanzar un peligroso contragolpe. El día que tenga mayor continuidad en sus irrupciones y elija mejor en los últimos metros el Celta romperá la banca.

El partido también sirvió para presentar en sociedad a esa pareja que va a ser parte de la vida de este equipo: Lobotka y Okay. Diferentes en lo físico y en los futbolístico. Más acelerado uno, más pausado el otro; decidido a romper líneas con el regate el eslovaco, propenso a hacerlo con el pase el turco. Sin ofrecer su mejor versión dejaron apuntes interesantes. Okay, un armario que va al balón aéreo como si tuviese prima por cada disputa que gane, comenzó protegiendo la espalda de Lobotka aunque por lo visto ayer no parece que esa vaya a ser una regla sagrada con Mohamed aunque el técnico se preocupó de dejar claro que el partido no llevaba su firma y que su intención era ver lo que se venía haciendo hasta el momento. Les faltó coordinación, precisión y continuidad. Asuntos que se arreglan con el tiempo y cuando empiece a bajar la inflamación en las piernas.

El problema como casi siempre se vio atrás. La línea que más preocupaba al técnico antes de comenzar el trabajo de pretemporada y seguirá preocupando en el futuro inmediato. El Córdoba, ordenado y hábil para encontrar las grietas que abrían los vigueses, le generó importantes problemas, sobre todo por el costado derecho donde encontraron un filón en la espalda de Hugo Mallo, un espacio que nadie ayudó a tapar. En una de esas incursiones, Romero se encontró con un pase atrás y fusiló sin remisión a Sergio Alvarez. De ahí al descanso el Celta lo intentó con la confusión propia de esta época del año. Sin algunos de sus referentes claros, que aún no se han incorporado al verano vigués como Aspas, Pione o Maxi Gómez, tampoco era sencillo. Beuvue y Hjulsager le pusieron voluntad y poco más.

La segunda parte se convirtió en un concurso de méritos en el que comparecieron los jugadores del filial (con los recién ascendidos al primer equipo como Kevin o Juan Hernández) y que contaron con la colaboración de Jozabed, Costas o del mexicano Araújo, un tipo que en el poco tiempo que estuvo demostró una importante jerarquía. Dominaron los vigueses con facilidad porque la caída en el nivel de los recambios en el Córdoba fue aún mayor. Llevados por la insistencia de Denis Eckert, que las peleó todas con más o menos fortuna, el Celta acabó por empatar en una jugada a balón parado muy bien lanzada por Jozabed y que encontró el cabezazo certezo de Apeh, un futbolista grande como un junco que llega este año para reforzar el Celta B. La primera que tuvo la mandó a la jaula. El nigeriano pudo redondear su tarde si en la última acción del partido acierta a embocar un rechace del portero a un disparo de Pastrana. Quiso ajustar tanto el remate al palo izquierdo que se le desvió ligeramente. En ese segundo tiempo hubo gente que dejó cosas como la intensidad de Kevin o Costas; las llegadas de Juan Hernández o el buen pie de Dani Molina.

El estreno de Mohamed en el banquillo tuvo poco del técnico argentino que quería repasar conceptos y convencerse de que era real todo lo que había visto en los vídeos. Sobre todo en el asunto defensivo. El equipo vuelve del verano y sigue defendiendo mal. Ahí está posiblemente la base de la temporada. Mohamed lo intuía y el Córdoba se lo confirmó.