Dos décadas antes de que los grandes narcos amasasen sus fortunas en las rías durante los ochenta, Galicia fue una tierra de contrabandistas. Lo que empezó como tráfico ilegal de alimentos y medicamentos a través de la frontera con Portugal durante la posguerra terminó por convertirse en un negocio muy lucrativo con la gasolina, la chatarra y sobre todo, el tabaco. Tal y como relata el periodista Nacho Carretero en los primeros capítulos de "Fariña", el libro que cuenta la historia del narcotráfico gallego, los conocidos como "os señores do Fume" se hicieron ricos a costa del tabaco de contrabando. Primero utilizaron el estuario del río Miño para colar la mercancía desde el país vecino para después pasar al desembarco del tabaco directamente en la costa. Así nació el "Winston de batea", el germen de todo lo que vendría después.

Uno de estos "señores do Fume" llegó a ser presidente del Celta de Vigo. Celso Lorenzo Villa tomó las riendas del club celeste entre 1959 y 1961. El equipo acababa de descender a Segunda División después de 14 años en Primera y el objetivo del nuevo dirigente fue reflotarlo a la élite. Según explica Nacho Carretero en su obra, Celso Lorenzo "fue uno de los primeros grandes capos gallegos de contrabando de tabaco. Un hombre respetado en el Baixo Miño: rico, popular y con contactos". El nuevo presidente no arribó solo a los despachos del club vigués. En esa peculiar directiva también estaba Vicente Otero, más conocido como "Terito" o "don Vicente", el patriarca de los contrabandistas de Galicia que desplazaría el negocio desde la frontera portuguesa a las Rías Baixas y cuyo personaje es interpretado por Manuel Lourenzo en la serie de Antena 3 con el mismo título que la novela: "Fariña".

Aquel equipo celeste pasó a la leyenda como el "Celta de Marlboro". Fueron tiempos en los que su presidente Celso Lorenzo, expiloto republicano y casado con la hija de un sargento de la Guardia Civil, sobrevolaba con su avioneta Balaídos durante los partidos; la plantilla viajaba en un moderno autobús de la marca 'Dodge' regalado por el Centro Gallego de La Habana que además acostumbraba a cargar unas cuantas cajas de Marlboro que se vendían entre el público asistente al estadio y también, se cuenta, que durante los descansos de cada encuentro los jugadores bebían unas "infusiones milagrosas".

Dos ascensos frustrados

Según se explica en la web especializada en historia celeste "Yo jugué en el Celta", la directiva encabezada por Celso Lorenzo tuvo que atender a varios frentes, no solo al deportivo marcado por el descenso a Segunda. Por aquel entonces el club pasaba por graves dificultades económicas. Y aunque no se logró el objetivo de devolver al equipo a Primera durante las dos temporadas en las que Marlboro patrocinó indirectamente a la entidad, las cuentas bancarias quedaron saneadas. FARO dio la noticia el 26 de enero de 1962 del final de aquella etapa: "La directiva del Celta anunció ayer su 'teórica dimisión'. Cederán el puesto a quien acepte la dirección del club y se advierte que la deuda de pago inmediato asciende a casi medio millón de pesetas (3.000 euros). No hay deudas bancarias pues fueron canceladas con la taquilla conseguida el día del Orense. Aunque el presidente Celso Lorenzo Villa dejó bien claro que la decisión de dejar el mando del club era irrevocable, no se hará efectiva hasta que se asuma un nuevo equipo. Lorenzo Villa señaló que la directiva había tomado ese acuerdo después de una madura reflexión y que la gravedad de la situación requería la unidad de todo el celtismo para resolverla".

Celta en la temporada 1960-61: Pistón, Quinocho, Las Heras, Igoa, Marín, Albino (arriba), Pintos, Pais, Lolo Gómez, Zamorita y Sato.

El "Celta de Marlboro" llegó a su fin sin el ansiado ascenso a pesar de que jugó dos promociones. En aquella época la Segunda División estaba dividida en dos conferencias. Solo ascendía directamente el primero de cada grupo y el subcampeón debía jugar un play off. El Celta, durante las dos temporadas de Celso Lorenzo al frente, quedó siempre en segunda posición y perdió posteriormente en las eliminatorias de promoción contra el Valladolid y el Oviedo. El máximo goleador de aquel equipo fue Lolo Gómez. Marcó 15 tantos en su primer año (1959-1960) y 21 en el siguiente, lo que le convirtió en el segundo mejor artillero de la categoría. También llegó el centrocampista Antonio Pais, autor de diez goles durante esas dos campañas y que se marcharía traspasado al Barcelona por 1,8 millones de pesetas (10.800 euros). El "Celta de Marlboro" también vivió dos de los últimos años bajo los palos vigueses de Ramón Allegue "Padrón", histórico portero de la historia celeste. En la plantilla también destacaron Antón de las Heras, Pepe Villar, Joaquín Fernández "Quinocho", Francisco Garbayo, Zamorita, Hermindo Pintos, Toni I, Pablo Olmedo, Luis Marín, Albino Carrera o Antonio Igoa.

La gestión del banquillo durante esos años fue, cuanto menos, mejorable. Para reflotar al equipo el primer elegido fue el argentino Enrique Lúpiz, que acababa de ser subcampeón en Uruguay con el Danubio. Sin embargo su periplo en Vigo solo duró cuatro jornadas. La Federación descubrió que el técnico no contaba con su título convalidado en España y tuvo que ser cesado. Su sustituto fue Baltasar Albéniz, un viejo conocido que ya había entrenado en Vigo entre 1941 y 1944, según los datos de la web "Yo entrené al Celta". El preparador vasco guió al equipo hasta la fase de promoción de ascenso, pero dimitió al enterarse de que la directiva estaba negociando a sus espaldas con Helenio Herrera, que acababa de ganar la Liga y la Copa de Ferias con el Barcelona. Tuvo que ser el legendario Ricardo Zamora quien apurase su última etapa en Vigo y sus últimos años como entrenador para dirigir al Celta en el play off contra el Valladolid. Para esta tarea hizo tándem en el banquillo junto a Yayo Sanz Fraile, que se quedó como técnico durante la siguiente temporada.

Noticia del cese de Enrique Lúpiz publicada en FARO en octubre de 1959

Celso Lorenzo y Vicente Otero "Terito" no son los únicos nombres que se recuerdan de aquella singular directiva. En los palcos de Balaídos también se sentaron Pepe Vallina, Antonio Bar Bóo, Manuel Tomé o Venancio González, el "Capitán Veneno". Venancio empezó como jugador en el Celta, llegó a ser capitán y terminó como directivo. Su calidad y su temperamento le convirtieron en un mito del celtismo. Durante un derbi contra el Deportivo, ya con el brazalete de capitán en el brazo, fue expulsado durante el encuentro. Tuvieron que aparecer las fuerzas de seguridad para llevárselo del campo porque se negaba a abandonar a sus compañeros. También se narra otra anécdota sobre él en "Fariña". Cuentan que en un partido en Vigo le quitó el paraguas a un espectador que lo increpaba y lo usó para un intercambio de pareceres a pie de campo.

Tras el fallido intento de volver a Primera y la dimisión de Celso Lorenzo, el Celta pasó ocho largos años en Segunda División. El ansiado ascenso no se produjo hasta la temporada 1968-1969, con Ignacio Eizaguirre en el banquillo y Manolo, el gran capitán, sobre el césped.

Yayo Sanz, el entrenador que llevó al Celta a la promoción en la 1960-61.