El Celta encontró petróleo en San Mamés (1-1) después de un mal partido frente al Athletic. Un gol de Brais Méndez en el tiempo de descuento le valió a los vigueses para empatar el tanto inicial de Unai Núñez y no perder la estela del tren que lleva a Europa. El equipo de Juan Carlos Unzué, desaparecido en ataque la mayor parte del choque, suma un punto de oro ante un rival que fue mejor y que reclamó dos penaltis en el primer tiempo -uno de ellos claro-.

El Celta parece haber extraviado su chispa en el momento más crucial de la temporada. La escuadra viguesa suma cuatro de los últimos quince puntos y hoy en Bilbao, tal y como sucedió la pasada jornada ante el Málaga, demostró su falta de ideas en ataque. Los celestes jugaron a merced de un Athletic que estuvo muy cómodo pero pagó la falta de pegada de Iñaki Williams y Raúl García. Lucas Boyé, que se estrenó esta tarde como titular, fue el único futbolista ofensivo del Celta decidido a reclamar protagonismo.

Los vigueses sufrían para mantener su portería a cero mientras los locales intensificaban sus embestidas espoleados por una afición enrabietada que reclamó con furia un penalti de Jonny a Williams que se sancionó con amarilla para el rojiblanco. Y al final el gol terminó por caer. Lo hizo en la segunda mitad, cuando Unai Núñez cazó un rechace dentro del área pequeña tras un remate al palo de Raúl García a la salida de un córner.

Con media hora por delante, Unzué buscó la reacción desde el banquillo. Sisto, Pablo Hernández y Brais Méndez mejoraron al Celta, que por fin empezó a carburar. Primero fue Kepa el que tiró de reflejos para sacar un remate contra su propia portería de Íñigo Martínez. Minutos más tarde lo intentó Maxi con un gran cabezazo desde el punto de penalti que salió lamiendo el palo y finalmente, cuando San Mamés ya saboreaba la victoria, apareció Brais Méndez. El de Mos, en el descuento, entró por el segundo palo para remachar al primer toque un gran centro de Hugo Mallo. El propio lateral, en el último arrebato del Celta, a punto estuvo de regalar el triunfo a los suyos con un derechazo desde la frontal directo a la escuadra que rechazaron Kepa y el palo.