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La soledad del Camp Nou

Sergio Álvarez realizó una de sus mejores actuaciones en 2014, cuando sobrevivió al "ametrallamiento" azulgrana, aunque entonces era titular y hoy regresa con su futuro en vilo

Sergio realiza ejercicios de calentamiento al inicio del entrenamiento de ayer en Balaídos. // Marta G. Brea

Sergio Álvarez regresa al escenario de una de sus mejores actuaciones. Diecinueve disparos realizó el Barcelona aquel 1 de noviembre de 2014, diez de ellos en dirección a puerta y un puñado con pinta de gol. Todos los atajó el arousano, capaz de resistir al asedio hasta que Larrivey logró el gol que suponía la primera victoria liguera de la historia del Celta en el Camp Nou y la primera en campo azulgrana desde 1941, entonces en Les Corts. Sergio, titular indiscutible para Berizzo aquella campaña, regresa hoy aferrándose a la Copa del Rey como su consuelo. Consciente incluso de que el último partido copero, quizás el de hoy, puede ser el que cierre su cuenta como céltico. Su representante, Javier Picallo, intentará una última aproximación con la directiva en los días venideros. A día de hoy su renovación parece improbable.

Valdés, en cita repetida con motivo de su retirada, habló varias veces de la soledad que sufre el portero de fútbol. La soledad de un puesto con traje y reglas específicas, que en cierto modo te aislan de los compañeros; la soledad del oficio que se desempeña con un abismo permanente a la espalda. En la interminable pradera del Camp Nou esa sensación se acrecienta cuando Messi, Neymar y Luis Suárez te encaran como en aquella noche otoñal. Luis Enrique, a la conclusión del encuentro, descartaba interferencias en su engranaje ofensivo: "Nuestro problema ha sido la gran actuación de Sergio en la portería", resumía.

Y eso que Luis Enrique, como entrenador del Celta en la temporada anterior, había resuelto el dilema entre Yoel y Sergio a favor del vigués, que a la conclusión de la campaña sería traspasado al Valencia. Unzué, su segundo, participó de aquella decisión y a la postre también se ha decantado por su competidor actual, Rubén Blanco. Sergio perdió la titularidad liguera en la sexta jornada. Solo ha jugado después en Las Palmas al ser expulsado Rubén y ya que éste fue sancionado, ante el Atlético a la semana siguiente. Blanco encadena en resumen nueve partidos de Liga. El cambio de guardia durante tanto tiempo pronosticado se ha consolidado.

Así que Sergio debe alimentarse de la Copa del Rey. Unzué confirma que hoy encabezará la alineación inicial. "Lo veo bien. El mejor escaparate es que te pongan y que hagas un partido como el del otro día. Sergio se ha ganado la confianza de su entrenador para jugar como mínimo esta competición siempre que mantenga actitud y rendimiento", indica el navarro.

Unzué fue portero de élite durante 17 años y conoce todas las situaciones. También esas que uno rumia en la cabeza. Sergio es el único jugador cuyo contrato concluye en el próximo mes de junio. Desde el 1 de enero puede firmar con otro equipo. De momento no escucha ofertas, con la esperanza de llegar a un acuerdo con el Celta. En cada actuación juega sin red. Pero Unzué lo ve centrado, invulnerable a nerviosismos, disgustos o ansiedades. "Son situaciones de club. Tengo mi opinión y está dada, pero son decisiones que no son individuales, sino colectivas por edad o forma de funcionar", valora Unzué sobre la postura de la directiva. "Más allá de mi opinión, que ya está dada, está la que tome el club. Mientras esté conmigo jugará lo que creo que tiene que jugar. Y si alguien va a tener una actitud fantástica hasta el último día, ése será Sergio pues ya lo ha demostrado".

Felipe Miñambres ha comentado que no se plantea modificar la oferta del club, por un año y similar en cuanto a sueldo. "Sabe cuáles son las condiciones. Quedan aún días de mercado y vamos a esperar", declaraba el lunes. Unzué se niega a recomendarle a su jugador que acepte: "Sergio es mayorcito y sabe cuáles son sus cartas y su toma de decisiones. Puedo dar mi opinión, pero no más allá".

Mientras, el representante del catoirense, Javier Picallo, mantiene los puentes tendidos. Aunque se prefería un contrato de dos años, Sergio estaría dispuesto a aceptar alguna fórmula condicionada u otro tipo de mejora; un gesto, en general, que él como pueda interpretar como un interés cierto de la directiva en prolongar una militancia céltica que dura ya 14 años.

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