Hacía sesenta años que un debutante en el Celta no se estrenaba de una manera tan rotunda. Maxi Gómez entró por la puerta grande en la vida del Celta y solo queda lamentar que haya sido en una jornada en la que el equipo no pudo acompañarle con un triunfo que le hubiese convertido en uno de los nombres propios en el estreno del campeonato. Lo mejor de Maxi, al margen de los goles, fue la tranquilidad y la serenidad con la que solucionó ambas jugadas. Fue una lección de lo que es un animal de área. En el primero encuentra el arreglo a la acción a la media vuelta, en el segundo lo hace tras buscarse el espacio y rematar con confianza.