"Uno de los mejores entrenadores, sin duda, de la historia del Real Club Celta", dice el club en su comunicado sobre la marcha de Berizzo. Existe un consenso amplio al respecto, situándolo incluso a solas en esa cumbre. El desacuerdo con la directiva le impide cumplir una aspiración estadística, "ser el que más partidos dirija", que hubiera resultado irrefutable. Existen otros datos que respaldan su primacía. Y más allá de los números, aquello más inmaterial que el Toto siempre ha defendido en la búsqueda del resultado: "Una idea, un estilo, una convicción". Su influjo, a la vez que coherente con la política celeste de la última década, ha convertido al Celta durante las tres últimas campañas en un proyecto de autor. Y permite que el argentino se marche sintiendo que ha cumplido con la principal obligación que se había marcado: "Que la afición se sienta orgullosa de su equipo".

Las últimas seis derrotas consecutivas en Liga afean un tanto los grandes registros que el Celta ha firmado con Berizzo al mando. En la Liga 2014/2015, la escuadra quedó octava con 13 victorias, 12 empates y 13 derrotas; en la 15/16, sexta con 17 victorias, 9 empates y 12 derrotas; en la que hoy se clausura quedará entre el undécimo y el décimotercer puesto, con 13 victorias, 5 empates y 19 derrotas más lo que suceda con la Real Sociedad. En total, 43 victorias, 26 empates y 44 derrotas. En Copa del Rey, el técnico ha logrado dos clasificaciones consecutivas para semifinales y un balance de 12 victorias, 4 empates y 4 derrotas.

Otros entrenadores pueden presumir de méritos en la máxima categoría, sin entrar siquiera en aquellos que rescataron al equipo de sus peores etapas, como Eizaguirre, Pavic o Herrera. Pasarín, Juanito Arza, Irureta o Fernando Vázquez obtuvieron similares clasificaciones ligueras que el Toto. Víctor Fernández firmó cuatro clasificaciones europeas consecutivas -una vía Intertoto- y alcanzó la final copera de 2001. Con Zamora se disputó la primera final, en 1948, además de quedar cuarto en Liga. Txetxu Rojo llevó al Celta a la segunda final, en 1994. Con Lotina se consiguió el billete para la Liga de Campeones. En algunos casos la diferencia entre épocas dificulta la comparación; en otros, las plantillas célticas poseían mayor calidad o se critica el espectáculo futbolístico que ofrecían. En Berizzo se congrega todo: resultados, carácter ofensivo y contención presupuestaria. La Europa League le permite además ser el entrenador que rompió el techo europeo de la entidad. Su Europa League se resume en su abrazo con Aspas en Krasnodar y su consuelo paternal en Old Trafford; ilusión y digna tristeza. Pero la colección de gestas que dejan sus tres ejercicios es extensa. Berizzo es el único entrenador con el que el Celta ha ganado en Bernabéu, Camp Nou, Calderón, San Mamés y Riazor. Las eliminatorias coperas con Real Madrid y Atlético forman parte ya del catálogo de grandes momentos célticos, igual que una victoria en Barcelona aguardada durante 70 años, desde que los azulgranas jugaban en Les Corts. Y es además quien ha dominado con mayor firmeza en los derbis: cuatro victorias, un empate y una derrota en los oficiales; con dos victorias más en los amistosos organizados por la Federación Gallega.

La trayectoria de Berizzo no ha estado exenta de sobresaltos, si bien concentrados en su primera campaña. Diez jornadas sin ganar en Liga, con solo dos empates, pusieron su continuidad en peligro. La eliminación copera ante el Athletic, con una alineación en la ida muy cuestionada, alimentó su punto más bajo de popularidad. Para la leyenda queda aquella acción contra el Córdoba el 31 de enero, en la 21ª jornada: Berizzo entrando en el campo para intentar que Teixeira pitase fuera lo que el árbitro había entendido como penalti en primera instancia; Teixeira acabaría señalando falta a favor del Celta, que ganó 1-0 e inició su remontada. Nadie sabe si el consejo de administración lo hubiera destituido, pero fue sin duda el momento en el que su destino cambió de rumbo.

Berizzo pone fin hoy a su segunda etapa en el Celta. Entre jugador y entrenador se ha pasado siete temporadas y media como celeste. Ha complementado su trabajo en la cancha con su brillante discurso y su elegante comportamiento ante cualquier vicisitud. La primera vez se fue tras una última reunión en Praza de España, a mediodía, bajo un sol abrasador, sin nadie que lo aguardase fuera. Quiso irse de forma discreta, sin ruedas de prensa, y tampoco se recuerda una gran controversia en el celtismo. Balaídos esperó a que volviese con la camiseta del Cádiz y al final del partido coreó su nombre. Hoy vuelve a irse y la afición lo llora como, quizás, el mejor entrenador de su historia.