El sueño europeo sigue pasando una elevada factura al Celta en la Liga. Con la mente camino de Manchester, donde el próximo jueves se juega la temporada a una sola carta, el grupo de Eduardo Berizzo encajó anoche en la Rosaleda su cuarta derrota consecutiva en la competición doméstica con una actuación esmirriada. La goleada recibida a manos del animoso Málaga de Míchel, un equipo en alza, confirma el tono lánguido que ha acompañado a los celestes en este final de curso y desnuda, una vez más, la abismal distancia que existe entre titulares y suplentes.

El Celta se ha desconectado de la Liga para entregarse a la abulia. Los números duelen: cuatro partidos perdidos sin dar guerra que comprometen la sólida trayectoria que con tanto esfuerzo se ido labrando el equipo de Berizzo en estos meses. Un saldo miserable, -cero puntos de doce posibles, un solo gol a favor y nueve en contra- que pone un regusto amargo a una temporada dulce y confirma la absoluta desconexión del Celta con el torneo que le da la vida.

Las rotaciones volvieron a ser generalizadas. Solo dos titulares empleó Berizzo en el trámite: Sergio, que volvió a ofrecer un inmenso nivel bajo el travesaño, y Cabral, uno de los menos cansados de los titulares, para apuntalar sin éxito la defensa. El concurso de ambos no bastó para mejorar las prestaciones de un Celta desganado y nada intimidante, frágil y sin filo, que solo funcionó con precisión en las zonas intrascendentes del campo.

Faltó fluidez en la elaboración, ritmo en el juego y ambición e imaginación para generar peligro frente al portal de Kameni, que vivió una noche plácida.

Desprovisto de adornos pero con un fútbol rápido y eficiente, el equipo de Míchel se mostró mucho más peligroso e incisivo. Buscó el gol con más fe y encontró un filón en el talento de su trío atacante, especialmente de Ontiveros y Sandro, que se convirtieron en una pesadilla para la complaciente defensa céltica. Claro que tampoco el ataque carburó en las filas celestes. Apenas Jozabed, un tipo que lee con inteligencia el juego sobre la marcha, proporcionó algo de fluidez a la circulación de la pelota, que moría indefectiblemente a la orilla del área malacitana. No ayudó al Celta la flojera de Señé, algo mejor que de costumbre pero a todas luces insustancial, ni la desgana del depresivo Bongonda, incapaces de poner algún balón medianamente decente desde los costados.

Una jornada más, (y van ya un puñado), Sergio volvió a ser el mejor de los celestes. Una providencial mano del Gato evitó que Sandro inaugurase el marcador a los 11 minutos de juego tras un preciso servicio de Fornals. Señé replicó con un disparo desde fuera el área -el único del Celta en todo el primer tiempo- pero fue el Málaga el que rondó el gol primer, de nuevo por medio de Sandro, tras una veloz combinación en el área que Sergio desactivó con otra gran parada.

Nada pudo hacer sin embargo el Gato para evitar el golazo de Ontiveros, el joven canterano del Málaga (19 años), que confirmó su prometedor futuro dejando en evidencia a la defensa céltica. El chico se deshizo con pasmosa facilidad del marcaje de Pape, enfiló el área grande y aprovechó el enorme boquete que le concedió Sergi -el central céltico se aparta en lugar de salirle al paso- para conectar un zurdazo que se coló pegado al palo haciendo inútil la estirada del cancerbero céltico.

El gol reactivó al Celta, que al menos reclamó la pelota, pero fue tan solo un espejismo, pues no encontró el equipo celeste el modo de asociarse en los últimos metros como para tener una oportunidad de hacer daño. Sí lo hizo el Málaga, que necesitó menos para hacer más, y estuvo a punto de anotar el segundo tras un grueso error de Lemos, que regaló a Sandro un mano a mano con Sergio que el portero céltico neutralizó con autoridad.

Sin un solo tiro entre los tres palos del Celta se reanudó el partido y enseguida se le presentó una buena ocasión a balón parado gracias a una falta forzada por Pape sobre la media luna malacitana. Marcelo Díaz, bastante apagado hasta entonces, se reivindicó con un poderoso lanzamiento que pegó en el lateral derecho del poste de Kameni. Pero solo fue un espejismo porque solo unos minutos después Cabral derribó a Sandro en el área y convirtió la remontada celeste en una misión imposible. El penalti lo transformó Recio, con una lanzamiento raso y ajustado al poste, imposible para el cancerbero céltico.

El segundo gol fue un suplicio para el Celta, que trató de reaccionar por inercia, pero no encontró modo de hincar el diente a un rival mucho más intenso y motivado. Solo con la pelota detenida, en un lanzamiento desde la esquina de Marcelo Díaz cabeceado por Sergi dio el Celta cierta sensación del peligro. La entrada del danés Hjulsager, que buscó el disparo y puso algún centro interesante, y luego de Guidetti -Roncaglia sustituyó a Cabral justo después del penalti- dieron algo más de amplitud al juego celeste, que tuvo su mejor oportunidad a cuatro minutos del final con un buen centro de Hjulsager al corazón del área chica que Beauvue dilapidó con un mal disparo. Un último conato de orgullo del Celta que Sandro redujo a cenizas anotando el tercero del Málaga en una veloz combinación en el área celeste.

Al final, un severo (pero merecido) correctivo a un equipo que se ha desconectado definitivamente de la Liga por hacer realidad un sueño huidizo, pero todavía a su alcance. Nada hay aún perdido.