El sueño continúa. El Celta ya es semifinalista de la UEFA Europa League tras el empate obtenido ayer en Genk (1-1), en un partido con más tensión que juego y ante un rival que tardó cuatro minutos en igualar el tanto de Pione Sisto y que preparó toda su artillería para convertir los últimos veinte minutos en un asedio que los de Berizzo resolvieron con oficio para escribir una de las páginas más bellas de los casi noventa y cuatro años de historia del club vigués.

Ya solo queda un obstáculo para que el Celta alcance la soñada final de Solna. El conjunto celeste fue el primero en clasificarse ayer para el sorteo de las semifinales del segundo torneo europeo que se celebra a las una de esta tarde en Nyon. El resto de las eliminatorias tuvieron que resolverse en la prórroga. Los de Berizzo, en cambio, hicieron valer el 3-2 de la ida. Se presentaron en Genk con el mismo once y con la misma idea de buscar un gol que supiese mucho más complicada una remontada de los belgas.

El equipo que entrena el holandés Stuivenberg cambió de táctica. No fue tan descarado como en Vigo. Es más, salió más preocupado de atar en corto a los delanteros del Celta, que tanto daño le habían provocado en la ida, que de surtir de balones a Trossard, a Samatta y a Buffel, la única novedad entre los veintidós que habían iniciado el duelo una semana antes.

Aunque Aspas y Guidetti tengan más nombre que Sisto, el entrenador del Genk se obsesionó ayer con frenar al danés, al que le salían dos y tres rivales cuando aparecía por el costado izquierdo. A Stuivenberg no le faltó razón, pues el menudo atacante céltico fue una pesadilla para la zaga del equipo flamenco y acabó saliéndose con la suya cuando superada la hora de partido interceptó el balón que la zaga rival trataba de sacar en corto. El danés enfiló hacia la portería, buscando la zona central, y descerrajó un disparo elevado que se coló en la portería del australiano Ryan. Lo había intentado en dos ocasiones antes Sisto pero sus lanzamientos con rosca se habían ido fuera del marco del portero cedido por el Valencia.

A la tercera fue la vencida y el Celta cobraba mayor ventaja en la eliminatoria a menos de media hora del final, después de mostrarse más incisivo y originar ocasiones más peligrosas en la primera mitad, especialmente tras un disparo de Beauvue, que sustituyó antes del descanso a Guidetti, lesionado.

Pero la alegría le duró poco a los de Berizzo. Otro error defensivo metió de nuevo al Genk en el partido. Cabral se equivocó en la salida del balón, intentó combinar con Mallo pero Trossard robó el balón y buscó el palo largo de Sergio para igualar de nuevo el partido con un gran lanzamiento de rosca.

Cuatro minutos tardó el Celta en complicarse la vida y llevar el partido al escenario que más le convenía a un rival que reclamó la ayuda desesperada de su afición para obtener el gol que le diese el pase a la semifinal europea.

El joven extremo belga dejaba constancia una vez más de su calidad y de su peligro, como ya había mostrado en Vigo con el centro que le puso a Boetius para que el holandés abriese el marcador.

Con el 1-1 en el marcador y con más de veinte minutos por delante, los fantasmas rondaron en las cabezas del celtismo, que volvía a recordar que en otro 20 de abril había perdido la primera de sus finales contra el Zaragoza, tras la tanda de penaltis en el Vicente Calderón.

Pero el actual Celta no es el de 1994. Con Berizzo ha disputado dos semifinales de la Copa del Rey, ha ganado en el Camp Nou, en el Bernabéu y en el Calderón. Además, en los últimos veinte años suma casi ochenta partidos europeos, con victorias en Liverpool o Milán, por ejemplo. Y esta temporada, aprendió la lección de Vitoria. Ayer, nadie podía romperle el sueño de superar su techo histórico en Europa, ni siquiera un tanque como Dewaest al que el entrenador del Genk recurrió para que se aprovechase del juego aéreo en los últimos minutos.

Lo que había comenzado a mediados de septiembre en Lieja estaba en peligro tras el tanto de Trossard. El Celta sufrió el golpe, perdió la posición en el campo y oxígeno en las piernas. Berizzo lo arregló con la entrada de Jozabed por Wass. Guidetti, desde el banquillo y con la rodilla dolorida nada podía hacer para ayudar a sus compañeros, que se mostraron con la misma serenidad que en Járkov, donde un gol de penalti en el último minuto les llevó a la prórroga para eliminar al Shakhtar.

En ese partido en Ucrania, Sergio fue una de las claves para mantener vivo a un Celta que solo había caído a domicilio en esta Europa League en Amsterdam, con un once plagado de suplentes. Ayer, el guardameta de Catoira lució la sangre fría que necesitaba el partido para frenar los ataques a la desesperada del Genk, que no fue fiel al estilo entusiasta y alegre que tan buena impresión dejó a su paso por Vigo. Se preocupó en exceso del rival y perdió su identidad, la que le había llevado tan lejos.

La lesión de Guidetti en el minuto 39 parecía una buena noticia para el equipo flanco. Pero pronto comprobó que Beauvue entraba en el partido con muy malas intenciones y con la decisión de ir a todos los duelos cuerpo a cuerpo. Los ganó casi todos, lo mismo que los que protagonizó el Tucu Hernández.

Con Aspas desaparecido, tras una gran jugada en el arranque y una asistencia para Mallo en la que el capitán reclamó penalti, el Celta encontró en Sisto el futbolista que resolvió el partido en suelo belga, donde comenzó el sueño europeo del equipo de Berizzo a mediados de septiembre. En Lieja, el Celta sumó también un empate (1-1). Fue el primer resultado positivo de un curso que pasará a la historia del club que ayer escribió, como esperaba Berizzo, la página más bonita de su trayectoria en Europa.

Cumplida una parte del sueño, ahora toca imaginar una eliminatoria exitosa para disputar la final de Solna del 24 de mayo. Ayer, el Celta puso una pica en Flandes.