Un saludo cordial, un protocolario apretón de manos y poco más. Carlos Mouriño y Abel Caballero volvieron se vieron las caras por primera vez esta tarde después de las duras declaraciones del presidente del Celta del pasado viernes, en las que anunciaba la "irreversible" marcha del equipo de la ciudad ante la negativa del alcalde de Vigo a la compra de Balaídos. El regidor vigués, que ayer decidió posponer su respuesta hasta que finalice la temporada, acudió como suele ser habitual al palco del estadio para presenciar en directo el encuentro entre el Celta y el Eibar.

Presidente celeste y alcalde vigués se sentaron, como siempre, en asientos contiguos pero apenas intercambiaron palabras. Este domingo, Abel Caballero decidió acudir al palco acompañado de buena parte de los concejales socialistas con los que forma gobierno en el concello vigués.

"No haré ninguna declaración que signifique generar tensión alguna o distraer al Celta de sus objetivos deportivos. Cualquier argumento o clarificación, que los hay, como todo el mundo sabe, los pospondré hasta el final de la temporada", afirmó ayer Caballero en un comunicado enviado ayer a las 20.00 horas donde aseguró que, lo contrario, "sería irresponsable, como alcalde y como celtista". "Lo primero es lo primero, los resultados del equipo esta temporada. Algunas declaraciones pueden esperar", zanjó el regidor ante las preguntas de los medios por la posible salida del Celta hacia Mos o Redondela.