Pasa el tiempo y Baiona sigue sin tener un espacio para la juventud. Tampoco existe para otras edades. Los chavales tienen que deambular de un lado a otro. No hay nada alternativo al botellón. Se ven abocados por la moda y la falta de propuestas de ocio. En verano les queda el gran contenedor de locales de copas y expendedores de cerveza. Pero el punto de encuentro lo marca el botellón. Porque no hay nada más. Los cursos de vela o las regatas de élite no les llaman la atención. La programación de verano, tampoco. Y cuando llegue el invierno cada grupo de adolescentes estará escondido bajo portales anónimos o estirando en el tiempo su consumición en un bar.

No hay un local público donde puedan desarrollar las actividades que quieran. Un local que puedan compartir con otras edades y horarios. Que el Tik tok ya es multigeneracional. Porque tampoco hay nada para los adultos. Solo un armazón de bares de copas cerrados durante todo el invierno. En las series argentinas le llaman Fundom. El lugar del ocio para todo el mundo.