Lamentamos de verdad que un equipo tan histórico como el Deportivo de La Coruña descienda a Segunda División B, pero nos duele igualmente que sus dirigentes no se resignen a bajar de categoría cuando la única causa deben atribuirla a su mala temporada, sobre todo en su recta final. No tienen derecho a pedir que se repitan partidos con equipos que habían jugado y ganado legítimanente cuando ellos ya estaban condenados irremisiblemente al descenso de categoría ni a inventar el aumento a 24 de los equipos del grupo para su único beneficio cuando saben que esto perjudicaría económicamente a todos los demás. ¿Pensarían lo mismo si su caso ocurriese en cualquier otro equipo?