Al igual que en el ajedrez, aunque el contrincante aniquile todas las piezas, no habrá ganado la partida hasta que derribe al rey.

El sicario bolivariano, empeñado en implantar una república bananera y destruir el país se ha hecho con el poder, casi absoluto, gracias al vanidoso peón, a cambio de que le deje jugar con el Falcon y dormir en la Moncloa.

Las libertades individuales han sido prácticamente aniquiladas gracias a los sucesivos estados de alarma en los que a los ciudadanos se nos ha acostumbrado que, como a perros, se nos encierre en nuestras casas.

Los medios de comunicación trabajan el cerebro de la población y lo preparan para aceptar, sin rechistar, todo lo que diga el líder.

La justicia, comprada en unos casos o atropellada y chantajeada en los más, también está en jaque.

La economía está por los suelos y sin ninguna traza de mejorar. De esta manera, cuando vengan cada semana a nuestra casa a traernos una bolsita con una barra de pan y una manzana con el careto del comunista, podamos decir: "¡Qué bueno es el Gobierno que no deja que nos muramos de hambre!"

Y así, a marchas forzadas, están consiguiendo acabar con todas las piezas del juego: la Libertad, el Bienestar, la Constitución, la Democracia y el Parlamento.

Pero€ faltaba el Rey. Cuando terminen con el Rey se acabará la partida.

Por cierto, del presumido peón traidor, más pronto que tarde, también se desharán.