Están guapísimas, con sus vestidos de blanco radiante y velo transparente en la cabeza. Todas posando de frente y de espaldas a la Fontana de Trevi, la misma en la que la Anita Ekberg de la Dolce Vita caminaba dentro del agua. Terminada la exhibición desfilan ordenadamente hasta el imponente edificio del Congreso, y se colocan en el Hyde Park corner de Roma, donde se concentran las manifestaciones frente al Parlamento.

De esta manera protestaron ayer parte de las 50.000 novias que en estos tres meses no se han podido casar por la necesidad de evitar aglomeraciones y guardar distancias. Muchas bodas se han aplazado a otoño, aunque la mayor parte hasta el 2021. Han sido también anuladas las casi 10.000 ceremonias de extranjeros que eligen escenografías italianas y dejan en las arcas del país 540 millones al año, según el Centro Studi Turistici de Florencia.

A la simbólica vanguardia de las por ahora frustradas novias, les acompañaba un centenar de las 500.000 personas que trabajan en el sector, cuyas 83.000 empresas facturaron el pasado año 10.000 millones de euros.

Durante el año pasado se celebraron 220.000 ceremonias. "La pérdida estimada este año es de 26.000 millones de euros", declara Michele Boccardi, presidente de Assoeventi.