Un móvil de domótica que te controla el horno y la lavadora está muy bien. Los avances médicos también. Impensable vivir sin ellos.

Relacionamos siempre tecnología con aplicaciones informáticas. Sin saber muy bien por qué. Pero una bicicleta y una silla de ruedas son tecnología. Incluso un jamón es parte de la tecnología. Solo los técnicos saben cómo se hacen. La tarta de manzana es pura tecnología. Y la tortilla no te quiero ni contar. Ya digo que muchos de los adelantos electrónicos lo ponen muy fácil. Y ya que no pueden evitar las guerras, que al menos no provoquen tanto daño. Que las balas hagan reír en vez de matar.

En las pantallas táctiles nos atontamos. Todavía es posible y saludable escribir a mano. Y también es tecnología. Aunque cada vez más desconocida. Porque cuando nos olvidemos de hacer cosas con las manos, puede que seamos más máquinas que personas. O más bien seamos simplemente cosas.

Podemos vivir en un mundo virtual pasando las vacaciones de verano en las playas de Marte. Pero no avanzamos nada como personas. Somos capaces de hacer la guerra en un satélite de Júpiter. Y bombardear el Sáhara como medida preventiva ante los beduinos. O pegarnos porque tenemos distintos tonos de piel. No hay aplicación para tanta tontería.