En el pasaje del diálogo "República" conocido como "El mito de la caverna", Platón describe la liberación de un preso atado junto con otros por cadenas al fondo de una cueva donde solo podían contemplar sombras de simulacros de las cosas reales. Tras una difícil escalada, el prisionero desatado consigue pasar al exterior y llega a ver la auténtica realidad a la luz del sol, dándose cuenta de que todo lo que había observado anteriormente en la cueva era ficticio. Esta narración platónica era una alegoría de la principal teoría del autor, pero yo me he acordado de ella en este 2 de mayo en el que escribo y en el que por primera vez en 50 días de confinamiento se nos ha permitido salir de nuestras casas para hacer ejercicio o caminar durante un tiempo limitado.

Me he sentido un poco como el preso liberado que por fin ha podido acceder al mundo exterior y ver la luz del sol: un mundo más natural que en el que me hallaba durante el obligado (y sin duda necesario) encierro, donde al igual que casi todos, busqué en la realidad virtual, a través de múltiples pantallas (tv, ordenador, móvil, tablet...), una comunicación social de la que estaba privado, una distracción para el enclaustramiento y un consuelo para mi falta de libertad.

Después de siete semanas de esa especie de arresto domiciliario ineludible, experimenté una dicha extraordinaria realizando una actividad que antes practicaba de ordinario: marchar a buen paso por el paseo marítimo de mi ciudad. Lo sólito se tornó insólito y de este modo fui consciente de la felicidad en que vivía cuando era libre, y así ahora me encuentro más dichoso que entonces por poder sencillamente hacer lo que era cotidiano.

Pero, al igual que el preso liberado de Platón, no puedo ignorar ni olvidar que muchas personas en el mundo siguen encadenadas, ya sea en sentido literal (como los que están encarcelados o quienes soportan totalitarismos y dictaduras), ya sea figurado: presos de la ignorancia, de la manipulación, de la explotación, del maltrato... Y como aquel exprisionero, metáfora del verdadero filósofo, quisiera yo también contribuir de algún modo a su liberación.